El pasado 9 de diciembre se cumplieron diez años de la triste pérdida de Canelo, el “perro de los gaditanos”. Fue la fatídica mañana del 9 de diciembre de 2002, cuando un Volvo oscuro terminó con la vida de este fiel animal arrollándolo en el paso de peatones que tantas veces había cruzado a las puertas del Hospital Puerta del Mar. Un triste final para un perro que demostró la lealtad hacia su dueño hasta el final de sus días.
Pero la historia de Canelo empezó mucho antes, en concreto, en el año 1990, cuando su amo ingresó por última vez en el centro sanitario para someterse a una diálisis. Esa mañana los dos amigos se despidieron como de costumbre, con un “espérame aquí, compañero”, una frase que explica la vida de Canelo a partir de ese momento. Ese día algo salió mal y el amo nunca volvió a reencontrarse con su perro. Pero su fiel escudero no podía comprender que su amigo ya no estaba vivo. Ya le había acompañado muchas veces hasta el hospital y su compañero siempre había vuelto. Así que, tal como le dijo al entrar, le esperó, y lo hizo no sólo un día, ni dos, ni tres, ni una semana, ni un mes, sino 12 años, día tras día, con viento, lluvia, frío o calor. Durante su larga espera llegó a ser denunciado y fue trasladado a la perrera hasta en dos ocasiones, provocando movilizaciones populares de vecinos y protectoras de animales, que finalmente consiguieron su indulto.
Desde ese momento, la Asociación Agaden se hizo cargo del animal, apadrinándolo y proporcionándole las vacunas y los permisos necesarios para que pudiese seguir esperando a su dueño sin tener más problemas, amparado por la Ley.
Hubo gente de dentro y fuera de Cádiz interesada en apadrinar a un perro tan querido y famoso en todo el mundo por su enternecedora historia. Canelo pasó por dos adopciones, pero no quería otro hogar que no fuera el de su amo, por lo que tuvo que ser devuelto a la calle antes de que muriera de pena.
Dos años después de su muerte, por iniciativa de Agaden, con el visto bueno del Ayuntamiento, la asociación protectora de animales y las federaciones de vecinos 5 de Abril y Cadice, se decidió darle su nombre a una calle peatonal que el animal frecuentaba. En el mismo callejón se colocó una placa de bronce con el torso en relieve del animal conmemorativa de este acto de fraternidad y de amor incondicional. En la placa se puede leer aún: “A Canelo, que durante 12 años esperó en las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo de Cádiz como homenaje a su fidelidad. Mayo de 2004.
(texto de Gema Freire)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
martes, 11 de diciembre de 2012
El Hayedo de Montejo
Dice la leyenda que ciertos carboneros y leñadores de Montejo afirman que el bosque conocido como El Chaparral está habitado por duendes y hadas y que éstas, juguetonas y curiosas, gustaban de engatusar a los visitantes y caminantes del bosque con sus caricias y dulces cánticos. Estos cantos tan melosos y atractivos servían para llevar a los paseantes hasta sus guaridas y convertirlos en animales tales como la lagartija o el petirrojo, con el objetivo de dotar al mencionado bosque de mayor número de habitantes y lograr así mayor encanto
domingo, 9 de diciembre de 2012
A queimada
La Queimada es una fuerte bebida alcohólica de la tradición gallega y está muy presente en las fiestas y celebraciones.
Según la tradición, esta bebida tomada tras la pronunciación del conjuro funciona como protección contra maleficios, además de mantener a los espíritus y demás seres malvados alejados del que la ha bebido.
Tradición - Todo el ritual de preparación está dirigido a alejar a los malos espíritus y a las meigas que, según la tradición, acechan a los hombres y mujeres para intentar maldecirles ya sea por diversión, por venganza, por algo que han realizado anteriormente, o por cualquier otro motivo. Cualquier ocasión es buena para realizar una queimada: una fiesta, reuniones familiares o de amigos. Tras la cena, en la oscuridad de la noche (que es uno de los mejores momentos para realizarla), los comensales se reúnen alrededor de la queimada, para animar los corazones y estrechar los lazos de amistad. Uno de ellos se encargará de darle el toque final levantando con un cucharón el líquido en llamas y dejándolo caer poco a poco en el recipiente mientras pronuncia el conjuro, lo que crea un ambiente muy especial.
Ingredientes - Sus ingredientes principales son el aguardiente y el azúcar, a los que generalmente se les añade: corteza de limón o naranja, unos pocos granos de café sin moler. A eso se le pueden añadir trozos de manzana, uvas o algún otro ingrediente, los cuales se añaden de forma independiente según la tradición de la zona.
La buena receta, en vez de frutas, que eso es de la sangría, la queimada original sólo lleva corteza de limón, y además, se le añade entre 200 y 120 gramos de azúcar por cada litro de aguardiente, sin olvidar los granos de café.
En varias zonas de Galicia, la forma tradicional de prepararla es dentro de una calabaza, a la cual se le corta la parte superior y se le limpian las hebras interiores, con lo cual la queimada acaba adquiriendo el sabor de la calabaza la cual es ingrediente y recipiente.
Preparación - En un recipiente de barro cocido se vierte el aguardiente y el azúcar en la proporción de unos 120 gramos de este por litro de aquella, los demás ingredientes y se remueve.
En un recipiente más pequeño (generalmente el cucharón con el que se remueve) se coge aparte una pequeña cantidad de queimada, sin limón ni café (sólo el aguardiente y el azúcar disuelto), se mojan los bordes del cucharón con la bebida y se le prende fuego. Cuando esté ardiendo se mete el cucharón en el recipiente grande hasta que el fuego se extienda por toda la superficie. A continuación se revuelve lentamente dejando que suban las llamas del alcohol y creando cascadas con ellas.
A continuación se pone en el cucharón solo azúcar y se coloca sobre la queimada hasta que este se derrite convirtiéndose en almíbar, que se vierte sobre las llamas y se remueve.
Se revuelve hasta que consumido el alcohol la queimada se apague por sí sola, o sólo queden los bordes ardiendo, que no se apagaran.
Cuando empieza a apagarse, pero mientras el aguardiente aún arde, se recita el "esconxuro" (también llamado conxuro). Se sirve la queimada caliente, cuando se haya apagado casi por completo, incluyendo también los granos de café, cascara de limón, trozos de manzana y naranja y se bebe. En ocasiones hay que soplar para apagar alguna de las llamas que llegan al vaso, para no quemarse.
Conxuro o Esconxuro - A continuación el esconxuro que se recitará en voz alta y que espantará a los malos espíritus y a las meigas:
Mouchos, curuxas, sapos e bruxas
Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas: feitizos das mencinheiras.
Podres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas.
Lume das Santas Companhas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregón da morte; fucinho do sátiro e pé do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satán e Belcebú, lume dos cadvres ardentes, corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus, muxido da mar embravescida.
Barriga inútil da muller solteira, falar dos gatos que andan á xaneira, guedella porra da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do Inferno, e fuxirán as bruxas a cabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.
¡Oíde, oíde! Os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente quedando así purificadas.
E cando este breraxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa alma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vós fago esta chamada:
si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiquí e agora, facede que os espritos dos amigos que están fóra, participen con nos desta Queimada
Según la tradición, esta bebida tomada tras la pronunciación del conjuro funciona como protección contra maleficios, además de mantener a los espíritus y demás seres malvados alejados del que la ha bebido.
Tradición - Todo el ritual de preparación está dirigido a alejar a los malos espíritus y a las meigas que, según la tradición, acechan a los hombres y mujeres para intentar maldecirles ya sea por diversión, por venganza, por algo que han realizado anteriormente, o por cualquier otro motivo. Cualquier ocasión es buena para realizar una queimada: una fiesta, reuniones familiares o de amigos. Tras la cena, en la oscuridad de la noche (que es uno de los mejores momentos para realizarla), los comensales se reúnen alrededor de la queimada, para animar los corazones y estrechar los lazos de amistad. Uno de ellos se encargará de darle el toque final levantando con un cucharón el líquido en llamas y dejándolo caer poco a poco en el recipiente mientras pronuncia el conjuro, lo que crea un ambiente muy especial.
Ingredientes - Sus ingredientes principales son el aguardiente y el azúcar, a los que generalmente se les añade: corteza de limón o naranja, unos pocos granos de café sin moler. A eso se le pueden añadir trozos de manzana, uvas o algún otro ingrediente, los cuales se añaden de forma independiente según la tradición de la zona.
La buena receta, en vez de frutas, que eso es de la sangría, la queimada original sólo lleva corteza de limón, y además, se le añade entre 200 y 120 gramos de azúcar por cada litro de aguardiente, sin olvidar los granos de café.
En varias zonas de Galicia, la forma tradicional de prepararla es dentro de una calabaza, a la cual se le corta la parte superior y se le limpian las hebras interiores, con lo cual la queimada acaba adquiriendo el sabor de la calabaza la cual es ingrediente y recipiente.
Preparación - En un recipiente de barro cocido se vierte el aguardiente y el azúcar en la proporción de unos 120 gramos de este por litro de aquella, los demás ingredientes y se remueve.
En un recipiente más pequeño (generalmente el cucharón con el que se remueve) se coge aparte una pequeña cantidad de queimada, sin limón ni café (sólo el aguardiente y el azúcar disuelto), se mojan los bordes del cucharón con la bebida y se le prende fuego. Cuando esté ardiendo se mete el cucharón en el recipiente grande hasta que el fuego se extienda por toda la superficie. A continuación se revuelve lentamente dejando que suban las llamas del alcohol y creando cascadas con ellas.
A continuación se pone en el cucharón solo azúcar y se coloca sobre la queimada hasta que este se derrite convirtiéndose en almíbar, que se vierte sobre las llamas y se remueve.
Se revuelve hasta que consumido el alcohol la queimada se apague por sí sola, o sólo queden los bordes ardiendo, que no se apagaran.
Cuando empieza a apagarse, pero mientras el aguardiente aún arde, se recita el "esconxuro" (también llamado conxuro). Se sirve la queimada caliente, cuando se haya apagado casi por completo, incluyendo también los granos de café, cascara de limón, trozos de manzana y naranja y se bebe. En ocasiones hay que soplar para apagar alguna de las llamas que llegan al vaso, para no quemarse.
Conxuro o Esconxuro - A continuación el esconxuro que se recitará en voz alta y que espantará a los malos espíritus y a las meigas:
Mouchos, curuxas, sapos e bruxas
Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas: feitizos das mencinheiras.
Podres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas.
Lume das Santas Companhas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregón da morte; fucinho do sátiro e pé do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satán e Belcebú, lume dos cadvres ardentes, corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus, muxido da mar embravescida.
Barriga inútil da muller solteira, falar dos gatos que andan á xaneira, guedella porra da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do Inferno, e fuxirán as bruxas a cabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.
¡Oíde, oíde! Os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente quedando así purificadas.
E cando este breraxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa alma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vós fago esta chamada:
si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiquí e agora, facede que os espritos dos amigos que están fóra, participen con nos desta Queimada
Pontevedra celta
Cuenta una leyenda que la ciudad de Pontevedra fue erigida por el griego Teucro, sobrino de Príamo, hijo de Telamón y rey de Salamina, el mejor de los arqueros clásicos (había recibido del propio Apolo su arma) y héroe de la guerra de Troya. Algunos incluso sostienen que él fue uno de los guerreros escondidos en el caballo de madera que los griegos introdujeron con ardid en la ciudad sitiada.
Teucro fue repudiado por su padre, que lo acusó de no haber defendido ni vengado a su hermanastro Ajax, aunque él siempre sostuvo que, tristemente, se había quitado la vida.
Obligado a partir en busca de mejor destino y repudiado por su linaje, Teucro navegó errante hasta que, persiguiendo a una sirena de la que se había enamorado, llegó al extremo occidente. Allí, en una ría de singular belleza que halló a su paso fundó Helenes, más tarde llamada Pontevedra.
Otros sostienen, en cambio, que esta urbe singular fue antes el enclave celta de Lambrica, destruido por la expedición romana comandada por Junio Bruto. Sea como fuere, el nombre proviene del latín «Pons Veteris», "Puente Vieja"
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
Teucro fue repudiado por su padre, que lo acusó de no haber defendido ni vengado a su hermanastro Ajax, aunque él siempre sostuvo que, tristemente, se había quitado la vida.
Obligado a partir en busca de mejor destino y repudiado por su linaje, Teucro navegó errante hasta que, persiguiendo a una sirena de la que se había enamorado, llegó al extremo occidente. Allí, en una ría de singular belleza que halló a su paso fundó Helenes, más tarde llamada Pontevedra.
Otros sostienen, en cambio, que esta urbe singular fue antes el enclave celta de Lambrica, destruido por la expedición romana comandada por Junio Bruto. Sea como fuere, el nombre proviene del latín «Pons Veteris», "Puente Vieja"
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
El Torico de Teruel
Según ciertas leyendas, en tiempos remotos las villas eran levantadas en el mismo lugar en el que se abatía a un animal perseguido. En el lugar del abatimiento se erigía un santuario y a su alrededor se edificaba la villa.
En alguno de esos tiempos remotos (1170), los caballeros cristianos de Alfonso II que habían ahuyentado y expulsado a los moros que tenían tomado el territorio turolense, tras recuperarlo, decidieron fundar una villa y amurallarla para así evitar nuevos y futuros ataques moros. No sabiendo donde construirla decidieron por fin que se haría allí donde se abatiese un animal.
Cierta noche, un toro se detuvo bajo una estrella llamada Actuel, en el lugar que hoy ocupa la plaza del Torico y comenzó a bramar insistentemente.
Los caballeros, aunque presos de miedo, tomaron por buena la señal que cielo y tierra les ofrecían en aquella noche estrellada y tras abatirlo decidieron construir allí su villa.
Llegado el momento de asignarle el nombre, acordaron tomar las tres primeras letras de la palabra toro “tor” y juntarlas con las tres últimas de la estrella “uel”, obteniendo así el nombre de TORUEL.
(según Teruel Tirwal)
En alguno de esos tiempos remotos (1170), los caballeros cristianos de Alfonso II que habían ahuyentado y expulsado a los moros que tenían tomado el territorio turolense, tras recuperarlo, decidieron fundar una villa y amurallarla para así evitar nuevos y futuros ataques moros. No sabiendo donde construirla decidieron por fin que se haría allí donde se abatiese un animal.
Cierta noche, un toro se detuvo bajo una estrella llamada Actuel, en el lugar que hoy ocupa la plaza del Torico y comenzó a bramar insistentemente.
Los caballeros, aunque presos de miedo, tomaron por buena la señal que cielo y tierra les ofrecían en aquella noche estrellada y tras abatirlo decidieron construir allí su villa.
Llegado el momento de asignarle el nombre, acordaron tomar las tres primeras letras de la palabra toro “tor” y juntarlas con las tres últimas de la estrella “uel”, obteniendo así el nombre de TORUEL.
(según Teruel Tirwal)
martes, 20 de noviembre de 2012
Origen de las "Sopas de ajo"
Cuenta esta leyenda que, estando el rey Jaime I en la ciudad de Teruel, cayó tan enfermo que todo el mundo temía por su vida. La enfermedad parece ser que le sobrevino como consecuencia de una cacería que había realizado en tierras de Gea de Albarracín. Ni los médicos judíos de Teruel, ni los propios galenos de la Corte, acertaban el remedio para sus males, y el rey estaba cada vez peor.
A uno de sus súbditos se le ocurrió la idea de aplicar al rey el mismo remedio que había utilizado, hacía tiempo, con un familiar suyo: poner a hervir una cazuela con agua, pan y ajos.
Los médicos,desesperados,aunque creyendo la idea un disparate, aceptaron la propuesta del súbdito.
Pan y agua sí que había, pero no ajos. Sólo en tierras de Valencia podían conseguirse. Seis jóvenes caballeros se ofrecieron voluntariamente para ir a buscarlos al reino de Valencia, que por aquel entonces todavía estaba bajo dominación mora. Tras mucho buscar consiguieron cinco cabezas del sabroso condimento. De tan peligrosa expedición sólo volvió sano y salvo uno de ellos, trayendo consigo cinco cabezas de ajos.
Una anciana fue la encargada de preparar las sopas de ajo que curaron en el acto su enfermedad y tras las cuales se le abrió tanto el apetito que continuó con unas chuletas de ciervo.
A la mañana siguiente, tras dormir como un lirón, fue informado de lo caros que habían resultado los ajos, pero el Rey, agradecido, recompensó a los familiares de los caballeros fallecidos así como al superviviente. Además dispuso que el cultivo de los ajos se propagara por todo su reino a fin de no tener que ir en próximas ocasiones al reino de Valencia y pagarlos tan caros.
Este dicen que fue el origen de las sopas de ajo.
(según Teruel Tirwal)
A uno de sus súbditos se le ocurrió la idea de aplicar al rey el mismo remedio que había utilizado, hacía tiempo, con un familiar suyo: poner a hervir una cazuela con agua, pan y ajos.
Los médicos,desesperados,aunque creyendo la idea un disparate, aceptaron la propuesta del súbdito.
Pan y agua sí que había, pero no ajos. Sólo en tierras de Valencia podían conseguirse. Seis jóvenes caballeros se ofrecieron voluntariamente para ir a buscarlos al reino de Valencia, que por aquel entonces todavía estaba bajo dominación mora. Tras mucho buscar consiguieron cinco cabezas del sabroso condimento. De tan peligrosa expedición sólo volvió sano y salvo uno de ellos, trayendo consigo cinco cabezas de ajos.
Una anciana fue la encargada de preparar las sopas de ajo que curaron en el acto su enfermedad y tras las cuales se le abrió tanto el apetito que continuó con unas chuletas de ciervo.
A la mañana siguiente, tras dormir como un lirón, fue informado de lo caros que habían resultado los ajos, pero el Rey, agradecido, recompensó a los familiares de los caballeros fallecidos así como al superviviente. Además dispuso que el cultivo de los ajos se propagara por todo su reino a fin de no tener que ir en próximas ocasiones al reino de Valencia y pagarlos tan caros.
Este dicen que fue el origen de las sopas de ajo.
(según Teruel Tirwal)
Basajaun, El Yeti Vasco
Basajaun o Baxajaun, el llamado "Yeti Vasco", es el Señor del Bosque o el "Señor Salvaje": son unos personajes de la mitología vasca y aragonesa de prodigiosa talla y fuerza, que los primeros pobladores de aquellas tierras encontraron habitando en los montes y bosques más remotos.
Habitaban en los bosques de Gorbea en Álava y Vizcaya y también en Irati en Navarra y en la zona de Ataun. Poseían forma humana, con el cuerpo cubierto de pelo y una melena muy larga que les llegaba hasta los pies.
Lejos de ser agresivo, era protector de los rebaños de ovejas y éstas indicaban su presencia con una unánime sacudida de cencerros. Cuando se acercaba una tempestad o los lobos, daba gritos y silbidos en la montaña para prevenir a los pastores. A cambio, los Basajaun reciben como tributo un trozo de pan que recogen mientras los pastores duermen.
Pese a lo dicho, los Basajaun aparecen a veces en los relatos como unos hombres del bosque terroríficos, de fuerzas colosales con los que era mejor no toparse, mientras que en otros los Basajaun aparecen como los primeros agricultores y poseedores de secretos de los cuales los hombres aprendieron mediante ardides a cultivar el trigo, la fabricación y uso de la sierra, de la soldadura, etc.
Junto con Tartalo y los Gentiles (o Jentil), forma parte del grupo de gigantes de montaña en la mitología vasca.
En los orígenes, como se ha indicado, los Basajaun eran los poseedores de los secretos de la arquitectura, agricultura, herrería y la vida sedentaria, y fue el civilizador Martintxiki o San Martinico quien mediante argucias les arrebató el secreto para divulgarlo a la humanidad.
Este ser mitológico también existe en la mitología aragonesa de los valles de Tena, Ansó y Broto, donde recibe los nombres de Basajarau, Bonjarau o Bosnerau
Basajaun es un personaje similar a los encontrados en todo el continente Euroasiático en forma de Ogros, Trolls, Yetis y demás "hombres del Bosque" que algunos antropólogos y etnógrafos vinculan al recuerdo de nuestra coexistencia con el hombre de neanderthal y que ha quedado escrito en nuestra memoria colectiva en forma de mitos y leyendas.
(Datos de Wikipedia - Foto de "Infinito Misterioso)
Habitaban en los bosques de Gorbea en Álava y Vizcaya y también en Irati en Navarra y en la zona de Ataun. Poseían forma humana, con el cuerpo cubierto de pelo y una melena muy larga que les llegaba hasta los pies.
Lejos de ser agresivo, era protector de los rebaños de ovejas y éstas indicaban su presencia con una unánime sacudida de cencerros. Cuando se acercaba una tempestad o los lobos, daba gritos y silbidos en la montaña para prevenir a los pastores. A cambio, los Basajaun reciben como tributo un trozo de pan que recogen mientras los pastores duermen.
Pese a lo dicho, los Basajaun aparecen a veces en los relatos como unos hombres del bosque terroríficos, de fuerzas colosales con los que era mejor no toparse, mientras que en otros los Basajaun aparecen como los primeros agricultores y poseedores de secretos de los cuales los hombres aprendieron mediante ardides a cultivar el trigo, la fabricación y uso de la sierra, de la soldadura, etc.
Junto con Tartalo y los Gentiles (o Jentil), forma parte del grupo de gigantes de montaña en la mitología vasca.
En los orígenes, como se ha indicado, los Basajaun eran los poseedores de los secretos de la arquitectura, agricultura, herrería y la vida sedentaria, y fue el civilizador Martintxiki o San Martinico quien mediante argucias les arrebató el secreto para divulgarlo a la humanidad.
Este ser mitológico también existe en la mitología aragonesa de los valles de Tena, Ansó y Broto, donde recibe los nombres de Basajarau, Bonjarau o Bosnerau
Basajaun es un personaje similar a los encontrados en todo el continente Euroasiático en forma de Ogros, Trolls, Yetis y demás "hombres del Bosque" que algunos antropólogos y etnógrafos vinculan al recuerdo de nuestra coexistencia con el hombre de neanderthal y que ha quedado escrito en nuestra memoria colectiva en forma de mitos y leyendas.
(Datos de Wikipedia - Foto de "Infinito Misterioso)
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jueves, 15 de noviembre de 2012
El hombre de las palomas
Pedro Sampablo había nacido en Zamora en 1881. Poco después fue abandonado por sus padres y recogido en un hospicio. A los dos años fue adoptado por una nodriza de Villalcampo (Zamora) que lo devolvió al hospicio con nueve años cuando dejó de recibir la subvención del establecimiento.
Si alguien tiene idea de lo que entonces era un hospicio, comprenderá que nuestro personaje escapase en cuanto tuvo ocasión. Protegido por un sacerdote fue monaguillo y recorrió Castilla pasando por Corrales (Zamora) y Tordesillas (Valladolid). Fue operario de una imprenta, repartidor, mozo de cuadras en Valladolid capital y siempre acuciado por la necesidad pasó por Avila y Arevalo.
Anduvo perdido en un bosque durante 20 días, alimentándose de hierbas y hojas de arbustos.
A los 18 años conoció a un sargento que viajaba para cobrar las pagas que le debían por sus servicios en Cuba. El militar le llevó al cuartel de El Escorial, donde le dieron de cenar y tanto comió que se puso enfermo por falta de costumbre. La noche siguiente la pasó al raso en una dehesa hasta que los vaqueros que echaron de allí.
Ya en la capital, tentó suerte en el mundo de los toros y quiso alistarse en el ejército pero fue rechazado por corto de talla. En Madrid fue trampeando gracias a las facilidades que le ofrecía la gran ciudad. A los 25 se casó, cuentan que el 31 de Mayo de 1906, el mismo día que lo hacía Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg. Tuvo seis hijos.
Un día que fue a Toledo a comprar corderos, unos ladrones le drogaron y le robaron el dinero. Sin saber como, despertó en la playa de Gijón y no atreviéndose a volver a casa, pensó en buscar en América la suerte que su patria le negaba. Su mujer le creyó muerto.
En Cuba hizo de peón, en Méjico fue camarero y en Brasil trabajó en la construcción del ferrocarril hasta que en 1926 decidió regresar a España.
Después de buscar infructuosamente a su familia se afincó en Barcelona donde trabajó en la construcción de un túnel y en Casa Cros, acabando de acomodador en un cine.
Cansado de dar tumbos, determinó dedicarse a la cría de palomas. Empezó con seis a las que puso el nombre de sus seis hijos.
Se hizo famoso, como en la Barcelona de entonces se hacían famosos estos personajes excéntricos y desarragaidos y en 1960, gracias a la televisión, su mujer le reconoció. Pero ya era tarde porque su supuesta viuda se había casado con su cuñado (se ignora cuñado de quien).
Murió pocos años más tarde, fracasado pero feliz. En 1988, el barrio de la Sagrada Familia se apropió del personaje y le convirtió en uno de los gigantes de las fiestas del barrio.
(datos y foto de Bereshit)
Si alguien tiene idea de lo que entonces era un hospicio, comprenderá que nuestro personaje escapase en cuanto tuvo ocasión. Protegido por un sacerdote fue monaguillo y recorrió Castilla pasando por Corrales (Zamora) y Tordesillas (Valladolid). Fue operario de una imprenta, repartidor, mozo de cuadras en Valladolid capital y siempre acuciado por la necesidad pasó por Avila y Arevalo.
Anduvo perdido en un bosque durante 20 días, alimentándose de hierbas y hojas de arbustos.
A los 18 años conoció a un sargento que viajaba para cobrar las pagas que le debían por sus servicios en Cuba. El militar le llevó al cuartel de El Escorial, donde le dieron de cenar y tanto comió que se puso enfermo por falta de costumbre. La noche siguiente la pasó al raso en una dehesa hasta que los vaqueros que echaron de allí.
Ya en la capital, tentó suerte en el mundo de los toros y quiso alistarse en el ejército pero fue rechazado por corto de talla. En Madrid fue trampeando gracias a las facilidades que le ofrecía la gran ciudad. A los 25 se casó, cuentan que el 31 de Mayo de 1906, el mismo día que lo hacía Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg. Tuvo seis hijos.
Un día que fue a Toledo a comprar corderos, unos ladrones le drogaron y le robaron el dinero. Sin saber como, despertó en la playa de Gijón y no atreviéndose a volver a casa, pensó en buscar en América la suerte que su patria le negaba. Su mujer le creyó muerto.
En Cuba hizo de peón, en Méjico fue camarero y en Brasil trabajó en la construcción del ferrocarril hasta que en 1926 decidió regresar a España.
Después de buscar infructuosamente a su familia se afincó en Barcelona donde trabajó en la construcción de un túnel y en Casa Cros, acabando de acomodador en un cine.
Cansado de dar tumbos, determinó dedicarse a la cría de palomas. Empezó con seis a las que puso el nombre de sus seis hijos.
Se hizo famoso, como en la Barcelona de entonces se hacían famosos estos personajes excéntricos y desarragaidos y en 1960, gracias a la televisión, su mujer le reconoció. Pero ya era tarde porque su supuesta viuda se había casado con su cuñado (se ignora cuñado de quien).
Murió pocos años más tarde, fracasado pero feliz. En 1988, el barrio de la Sagrada Familia se apropió del personaje y le convirtió en uno de los gigantes de las fiestas del barrio.
(datos y foto de Bereshit)
sábado, 20 de octubre de 2012
La Casa del Duende
La 'Casa del Duende' estaba situada en la esquina de las calles de Conde Duque y del Duque de Liria en el barrio de Universidad del distrito municipal de Centro de la ciudad de Madrid.
Nuestra historia comienza en el mes de junio de mil setecientos y pico. Se desarrolla en la llamada 'Casa del Duende' propiedad de la Marquesa de Hornazas que ocupaba el piso principal de la misma. En su planta baja existía una concurrida taberna de animada y escandalosa clientela. La noche que nos ocupa, la algarabía era mayor de lo habitual y fue entonces cuando ante los alborotadores clientes apareció de pronto un enano barbudo que les impuso silencio, les reconvino para que así lo guardaran en noches sucesivas y amenazándoles con represalias en caso contrario. Por supuesto que el silencio se hizo aquella noche, como no, después de tan terrible sorpresa.
Sin embargo, poco duró la tranquilidad, ya que unas noches después, los envalentonados clientes, esta vez provistos de palos y porras, volvieron al escandalo. Al filo de la medianoche, llegaron seis enanos armados de garrotes que manejaban diestramente y con los que repartieron 'candela' entre los alborotadores parroquianos. Parece ser que la taberna tuvo que cerrar por falta de clientes.
Pero no termina aquí esta historia. Por esas fechas estaba la marquesa ordenando a uno de sus lacayos la compra de unos cortinajes para adornar el salón cuando aparecieron tres enanos que le regalaron unas cortinas de preciosas telas. Para que quieres más. La señora Marquesa de Hornazas no lo pensó dos veces y abandonó el inmueble, poniendo sus estancias en alquiler para no volver nunca jamas.
Todavía hay más. Así es, puesto que el primer piso lo alquiló un canónigo del que se conoce hasta el nombre: don Melchor de Avellaneda. Esto es lo que le sucedió, según cuenta la 'Leyenda de la Casa del Duende': Estaba don Melchor escribiendo al señor obispo para solicitar un libro que necesitaba para mejor redactar sus sermones y mejor conmover a sus feligreses, cuando, antes de firmar la carta, apareció un enano vestido con ropajes de monaguillo con el libro solicitado. El asombrado sacerdote salió de la casa como alma que lleva el diablo y cuentan que hasta salió de Madrid para poner tierra de por medio entre él y la minúscula aparición.
Enrevesada historia ¿verdad?. Pues aún hay un último suceso para engordar la leyenda. Uno de los nuevos inquilinos era una lavandera que habitaba en la buhardilla, Jerónima Perrín dicen que se llamaba. La humilde lavandera bajaba cada mañana al río Manzanares para allí, junto con sus colegas de profesión, hacer la colada y allí mismo, en los secaderos de la ribera del río, colgaba la ropa hasta la tarde, cuando la recogía para llevarla a la planchadora. Pero uno de esos días en los que tuvo lugar nuestra historia, comenzó a llover por la tarde y así estuvo casi toda la noche. La buena Jerónima madrugó bastante a la mañana siguiente para ir a recoger la ropa que allí había dejado colgada, pero al llegar al portal se encontró con tres enanos que le entregaron su ropa.
Después de este cuarto suceso, la Justicia y la Inquisición tomaron cartas en el asunto. Se tomó declaración a los testigos. Se buscó a los enanos por toda la Villa y Corte. Se registraron las estancias, desde la cueva del sótano hasta la buhardilla de Jerónima. Las pesquisas resultaron infructuosas y la investigación se cerró sin ninguna conclusión.
Muchos años después, cuando fue demolido el inmueble para construir el actual, aparecieron en un sótano del que no se tenía constancia, nueve individuos demacrados: eran de muy corta estatura y se dedicaban a la falsificación de moneda.
Nuestra historia comienza en el mes de junio de mil setecientos y pico. Se desarrolla en la llamada 'Casa del Duende' propiedad de la Marquesa de Hornazas que ocupaba el piso principal de la misma. En su planta baja existía una concurrida taberna de animada y escandalosa clientela. La noche que nos ocupa, la algarabía era mayor de lo habitual y fue entonces cuando ante los alborotadores clientes apareció de pronto un enano barbudo que les impuso silencio, les reconvino para que así lo guardaran en noches sucesivas y amenazándoles con represalias en caso contrario. Por supuesto que el silencio se hizo aquella noche, como no, después de tan terrible sorpresa.
Sin embargo, poco duró la tranquilidad, ya que unas noches después, los envalentonados clientes, esta vez provistos de palos y porras, volvieron al escandalo. Al filo de la medianoche, llegaron seis enanos armados de garrotes que manejaban diestramente y con los que repartieron 'candela' entre los alborotadores parroquianos. Parece ser que la taberna tuvo que cerrar por falta de clientes.
Pero no termina aquí esta historia. Por esas fechas estaba la marquesa ordenando a uno de sus lacayos la compra de unos cortinajes para adornar el salón cuando aparecieron tres enanos que le regalaron unas cortinas de preciosas telas. Para que quieres más. La señora Marquesa de Hornazas no lo pensó dos veces y abandonó el inmueble, poniendo sus estancias en alquiler para no volver nunca jamas.
Todavía hay más. Así es, puesto que el primer piso lo alquiló un canónigo del que se conoce hasta el nombre: don Melchor de Avellaneda. Esto es lo que le sucedió, según cuenta la 'Leyenda de la Casa del Duende': Estaba don Melchor escribiendo al señor obispo para solicitar un libro que necesitaba para mejor redactar sus sermones y mejor conmover a sus feligreses, cuando, antes de firmar la carta, apareció un enano vestido con ropajes de monaguillo con el libro solicitado. El asombrado sacerdote salió de la casa como alma que lleva el diablo y cuentan que hasta salió de Madrid para poner tierra de por medio entre él y la minúscula aparición.
Enrevesada historia ¿verdad?. Pues aún hay un último suceso para engordar la leyenda. Uno de los nuevos inquilinos era una lavandera que habitaba en la buhardilla, Jerónima Perrín dicen que se llamaba. La humilde lavandera bajaba cada mañana al río Manzanares para allí, junto con sus colegas de profesión, hacer la colada y allí mismo, en los secaderos de la ribera del río, colgaba la ropa hasta la tarde, cuando la recogía para llevarla a la planchadora. Pero uno de esos días en los que tuvo lugar nuestra historia, comenzó a llover por la tarde y así estuvo casi toda la noche. La buena Jerónima madrugó bastante a la mañana siguiente para ir a recoger la ropa que allí había dejado colgada, pero al llegar al portal se encontró con tres enanos que le entregaron su ropa.
Después de este cuarto suceso, la Justicia y la Inquisición tomaron cartas en el asunto. Se tomó declaración a los testigos. Se buscó a los enanos por toda la Villa y Corte. Se registraron las estancias, desde la cueva del sótano hasta la buhardilla de Jerónima. Las pesquisas resultaron infructuosas y la investigación se cerró sin ninguna conclusión.
Muchos años después, cuando fue demolido el inmueble para construir el actual, aparecieron en un sótano del que no se tenía constancia, nueve individuos demacrados: eran de muy corta estatura y se dedicaban a la falsificación de moneda.
La fuente de la Xana
En el siglo VIII, el rey Mauregato de la pequeña monarquía asturiana, se había comprometido con los musulmanes a entregarles 100 doncellas cada año para desposarse con ellas. El rey, celoso de su pacto, elegía cuidadosamente a las doncellas más bellas del reino para ser entregadas. Un nutrido grupo de guerreros recorría ciudades y aldeas para elegir a las doncellas y éstas, pese a oponer resistencia, eran llevadas por la fuerza.
Sucedió un día que los guerreros se enteraron de que en Illas (Avilés), existía una joven muy bella, y raudos, hacia allí encaminaron sus pasos. Belinda, que así se llamaba la joven, sin sospechar en un principio los deseos de los visitantes, los recibió amablemente, pero cuando fue capturada, con gran habilidad consiguió que sus guardianes le permitieran ejecutar bellas danzas y canciones. La joven les ofreció bailar para ellos una danza maravillosa, pero esta tenía que ejecutarse en el campo, a la luz de la luna. Los guerreros, encantados con la gracia de Belinda, accedieron a su deseo y aquella misma noche salieron al campo. Una vez que se vio libre, la joven corrió desesperadamente hasta una fuente no muy lejana con el deseo de esconderse en aquel lugar y asi burlar a sus captores. Una vez en la fuente, oyó con gran sorpresa como de su interior salía una voz que le decía: “Si quieres ser tu mi xana vivirás días dichosos”. La joven, al oír estas palabras, preguntó que debía hacer para convertirse en xana; la respuesta no se hizo esperar: “Bebe un sorbo de mi agua, y te verás libre de los soldados y acabarás con el tributo”. Belinda así lo hizo y se convirtió en una joven de belleza sobrenatural.
Cuando los soldados llegaron al lugar intentaron capturarla de nuevo, pero la joven Xana los miró con sus maravillosos ojos verdes e inmediatamente todos los soldados se convirtieron en carneros. Los días pasaron y el Rey, impaciente, viendo que sus soldados no volvían, mando otro grupo a Illas para cumplir su orden, pero estos tampoco volvieron. El Rey, alarmado, mando reunir a todos sus soldados y, a la cabeza del ejercito, se dirigió a Illas. Cuando llegó al lugar pudo ver una gran cantidad de ovejas y carneros que pastaban apaciblemente alrededor de una fuente en la que se encontraba sentada una joven hermosísima que hilaba blancos copos de lana. Viendo que se trataba de un ser sobrenatural, se dirigió a ella y le pregunto si había visto a sus soldados, a lo que la xana le respondió que el no había enviado soldados, sino corderos. El Rey, enfurecido, contesto: “Repito que eran soldados, como los que vienen detrás de mi”, a lo que la Xana contesto burlonamente: “También son corderos, y tu puedes ser el pastor”. El Rey volvió la cabeza y pudo ver como todo su ejercito se había convertido en un rebaño de mansos corderos; asimismo, sus lujosas ropas se habían transformado en las pobres prendas de un pastor. Entonces, tembloroso, suplico a la Xana que deshiciera el encantamiento y que el se comprometería a cumplir lo que ella deseara. La joven le pidió que renunciara al tributo de las cien doncellas, cosa que el Rey acepto de inmediato y mando un mensajero al reino musulmán para que explicara que el pacto quedaba roto ante la imposibilidad de cumplirlo.
Desde entonces las doncellas no volvieron a ser capturadas y aún hoy en día, la fuente de la Xana se conserva próxima a Avilés, en Asturias.
Sucedió un día que los guerreros se enteraron de que en Illas (Avilés), existía una joven muy bella, y raudos, hacia allí encaminaron sus pasos. Belinda, que así se llamaba la joven, sin sospechar en un principio los deseos de los visitantes, los recibió amablemente, pero cuando fue capturada, con gran habilidad consiguió que sus guardianes le permitieran ejecutar bellas danzas y canciones. La joven les ofreció bailar para ellos una danza maravillosa, pero esta tenía que ejecutarse en el campo, a la luz de la luna. Los guerreros, encantados con la gracia de Belinda, accedieron a su deseo y aquella misma noche salieron al campo. Una vez que se vio libre, la joven corrió desesperadamente hasta una fuente no muy lejana con el deseo de esconderse en aquel lugar y asi burlar a sus captores. Una vez en la fuente, oyó con gran sorpresa como de su interior salía una voz que le decía: “Si quieres ser tu mi xana vivirás días dichosos”. La joven, al oír estas palabras, preguntó que debía hacer para convertirse en xana; la respuesta no se hizo esperar: “Bebe un sorbo de mi agua, y te verás libre de los soldados y acabarás con el tributo”. Belinda así lo hizo y se convirtió en una joven de belleza sobrenatural.
Cuando los soldados llegaron al lugar intentaron capturarla de nuevo, pero la joven Xana los miró con sus maravillosos ojos verdes e inmediatamente todos los soldados se convirtieron en carneros. Los días pasaron y el Rey, impaciente, viendo que sus soldados no volvían, mando otro grupo a Illas para cumplir su orden, pero estos tampoco volvieron. El Rey, alarmado, mando reunir a todos sus soldados y, a la cabeza del ejercito, se dirigió a Illas. Cuando llegó al lugar pudo ver una gran cantidad de ovejas y carneros que pastaban apaciblemente alrededor de una fuente en la que se encontraba sentada una joven hermosísima que hilaba blancos copos de lana. Viendo que se trataba de un ser sobrenatural, se dirigió a ella y le pregunto si había visto a sus soldados, a lo que la xana le respondió que el no había enviado soldados, sino corderos. El Rey, enfurecido, contesto: “Repito que eran soldados, como los que vienen detrás de mi”, a lo que la Xana contesto burlonamente: “También son corderos, y tu puedes ser el pastor”. El Rey volvió la cabeza y pudo ver como todo su ejercito se había convertido en un rebaño de mansos corderos; asimismo, sus lujosas ropas se habían transformado en las pobres prendas de un pastor. Entonces, tembloroso, suplico a la Xana que deshiciera el encantamiento y que el se comprometería a cumplir lo que ella deseara. La joven le pidió que renunciara al tributo de las cien doncellas, cosa que el Rey acepto de inmediato y mando un mensajero al reino musulmán para que explicara que el pacto quedaba roto ante la imposibilidad de cumplirlo.
Desde entonces las doncellas no volvieron a ser capturadas y aún hoy en día, la fuente de la Xana se conserva próxima a Avilés, en Asturias.
martes, 16 de octubre de 2012
Gonzalo Guerrero - Un maya español
Gonzalo Guerrero nació en Palos de la Frontera (Huelva), en algun año de fines del siglo XV, y murió probablemente el 10 de agosto de 1536, ya hombre maduro, luchando contra los conquistadores españoles. Desde joven fue marino y se embarcó para la recientemente descubierta América como tantos y tantos onubenses.
En 1511 un barco de la flota de Diego de Nicuesa, al mando de Pedro de Valdivia ( no confundir con Pedro de Valdivia el conquistador de Chile), a bordo del navío Santa María de la Barca que regresaba a la isla La Española, después de explorar la costa centroamericana, naufragó cerca de las costas de Yucatán, y algunos de sus ocupantes consiguieron salvarse, hubo unos veinte sobrevivientes del naufragio, entre ellos el Capitán Valdivia, el fraile Gerónimo de Aguilar y el marinero Gonzalo Guerrero. Cuenta la historia que arribaron a Ecab, poblado que dependía de un cacicazgo maya que abarcaba entre otras poblaciones Cancún, Cozumel e Isla Mujeres. Allí fueron tomados prisioneros por los nativos y los presentaron ante Halach Uinik, cacique maya de Ecab, quien decidió sacrificar a cuatro de ellos a sus dioses. Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero lograron escapar hacia la selva. En su vagar lograron dejar atrás a sus perseguidores. Sin embargo días después fueron nuevamente capturados por guerreros mayas de otra tribu más benévola y convertidos en esclavos del cacique de Xamanhá.
Gonzalo Guerrero adoptó pronto las costumbres de nativos, y así fue aceptado como uno de ellos, y no sabemos cómo, también liberado de la esclavitud, mientras que Gerónimo de Aguilar ansiaba escapar de su cautiverio ¡pero a dónde!
Posteriormente, Gonzalo Guerrero, ya un guerrero maya afamado, se desplazó por la costa oriental cerca de lo que hoy es la frontera con Belice, donde contrajo nupcias con la hija del cacique Nachan Can, por lo que se convirtió en capitán de sus fuerzas. Pronto el fruto de su amor les dió varios hijos, que fueron los primeros mestizos de América.
Cuando en 1519, rumbo a la conquista de México Hernán Cortés desembarcó en Cozumel, derrotando a los mayas de Ecab, se enteró que había en aquellas tierras náufragos españoles, miembros de anteriores expediciones que habían sido tomados prisioneros por los mayas. Cortés envió mensajeros indios con cartas en busca de dichos naufragos. Así es como Gerónimo de Aguilar tuvo noticia de la llegada de "sus salvadores". Probablemente junto a las cartas viajaba un rescate que ayudó a que el cacique maya se decidiera a dar licencia a su esclavo Gerónimo para que regresara con sus compatriotas. El fraile, henchido de alegría, que aún vestía sus roídos habitos, mandó aviso a su compañero Gonzalo Guerrero, que por aquel entonces ya era un cacique maya del medio-este de Yucatán.
Según el cronista Bernal Diaz del Castillo, Gonzalo Guerrero le respondió de la siguiente manera a su amigo y compañero: "Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tienenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas ¿que dirán de mi esos españoles, si me ven ir de este modo? Idos vos con Dios, que ya véis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traéis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra."
Gonzalo Guerrero eligió así permanecer junto a los mayas; junto a su Pueblo. La Historia terminó olvidando a éste hombre, aunque reaparecería tiempo después con motivo de la conquista de Yucatan. Sin embargo Gerónimo de Aguilar cobró gran fama y honor como traductor oficial de Hernán Cortés, el conquistador de México, ya que durante su estancia entre los mayas había aprendido su lengua. A su vez, la amante nahualt de Cortés: Malinche, comprendía el maya a la prefección, de modo que los primeros contactos con los aztecas se hicieron mediante una traducción a tres.
Durante los años siguientes, los españoles estimaron que Gonzalo Guerrero se dedicó a entrenar a los mayas para defender su territorio, pues cuando Francisco de Montejo, en mayo de 1527, cruza el Atlántico con 380 soldados en cuatro navíos, encontró serias dificultades para conquistar Yucatán.
En julio de 1531, el capitán Dávila partió con una fuerza hacia el sitio que hoy es Chetumal, donde suponían que vivía Guerrero y existían minas de oro; sin embargo encontró un lugar en abandono y pese a que más adelante toma a algunos mayas prisioneros, lo engañan diciéndole que Gonzalo Guerrero había muerto de forma natural, por lo que Dávila remite informes a Montejo en Campeche sobre el supuesto fallecimiento. Pero el maya-español dió guerra algunos años más con su partida de fieles apoyados en las espesuras de la selva.
Gonzalo Guerrero, fundador del mestizaje, quien adopta las costumbres de los mayas, y les enseña nuevas técnicas para defender su territorio, enfrentándose a sus compatriotas, muere a fines de los años 30 bajo el fuego de los españoles del gobernador Alvarado que sojuzgaron finalmente a parte de los mayas de Guatemala y Honduras.
Autor: Tito .
En 1511 un barco de la flota de Diego de Nicuesa, al mando de Pedro de Valdivia ( no confundir con Pedro de Valdivia el conquistador de Chile), a bordo del navío Santa María de la Barca que regresaba a la isla La Española, después de explorar la costa centroamericana, naufragó cerca de las costas de Yucatán, y algunos de sus ocupantes consiguieron salvarse, hubo unos veinte sobrevivientes del naufragio, entre ellos el Capitán Valdivia, el fraile Gerónimo de Aguilar y el marinero Gonzalo Guerrero. Cuenta la historia que arribaron a Ecab, poblado que dependía de un cacicazgo maya que abarcaba entre otras poblaciones Cancún, Cozumel e Isla Mujeres. Allí fueron tomados prisioneros por los nativos y los presentaron ante Halach Uinik, cacique maya de Ecab, quien decidió sacrificar a cuatro de ellos a sus dioses. Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero lograron escapar hacia la selva. En su vagar lograron dejar atrás a sus perseguidores. Sin embargo días después fueron nuevamente capturados por guerreros mayas de otra tribu más benévola y convertidos en esclavos del cacique de Xamanhá.
Gonzalo Guerrero adoptó pronto las costumbres de nativos, y así fue aceptado como uno de ellos, y no sabemos cómo, también liberado de la esclavitud, mientras que Gerónimo de Aguilar ansiaba escapar de su cautiverio ¡pero a dónde!
Posteriormente, Gonzalo Guerrero, ya un guerrero maya afamado, se desplazó por la costa oriental cerca de lo que hoy es la frontera con Belice, donde contrajo nupcias con la hija del cacique Nachan Can, por lo que se convirtió en capitán de sus fuerzas. Pronto el fruto de su amor les dió varios hijos, que fueron los primeros mestizos de América.
Cuando en 1519, rumbo a la conquista de México Hernán Cortés desembarcó en Cozumel, derrotando a los mayas de Ecab, se enteró que había en aquellas tierras náufragos españoles, miembros de anteriores expediciones que habían sido tomados prisioneros por los mayas. Cortés envió mensajeros indios con cartas en busca de dichos naufragos. Así es como Gerónimo de Aguilar tuvo noticia de la llegada de "sus salvadores". Probablemente junto a las cartas viajaba un rescate que ayudó a que el cacique maya se decidiera a dar licencia a su esclavo Gerónimo para que regresara con sus compatriotas. El fraile, henchido de alegría, que aún vestía sus roídos habitos, mandó aviso a su compañero Gonzalo Guerrero, que por aquel entonces ya era un cacique maya del medio-este de Yucatán.
Según el cronista Bernal Diaz del Castillo, Gonzalo Guerrero le respondió de la siguiente manera a su amigo y compañero: "Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tienenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas ¿que dirán de mi esos españoles, si me ven ir de este modo? Idos vos con Dios, que ya véis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traéis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra."
Gonzalo Guerrero eligió así permanecer junto a los mayas; junto a su Pueblo. La Historia terminó olvidando a éste hombre, aunque reaparecería tiempo después con motivo de la conquista de Yucatan. Sin embargo Gerónimo de Aguilar cobró gran fama y honor como traductor oficial de Hernán Cortés, el conquistador de México, ya que durante su estancia entre los mayas había aprendido su lengua. A su vez, la amante nahualt de Cortés: Malinche, comprendía el maya a la prefección, de modo que los primeros contactos con los aztecas se hicieron mediante una traducción a tres.
Durante los años siguientes, los españoles estimaron que Gonzalo Guerrero se dedicó a entrenar a los mayas para defender su territorio, pues cuando Francisco de Montejo, en mayo de 1527, cruza el Atlántico con 380 soldados en cuatro navíos, encontró serias dificultades para conquistar Yucatán.
En julio de 1531, el capitán Dávila partió con una fuerza hacia el sitio que hoy es Chetumal, donde suponían que vivía Guerrero y existían minas de oro; sin embargo encontró un lugar en abandono y pese a que más adelante toma a algunos mayas prisioneros, lo engañan diciéndole que Gonzalo Guerrero había muerto de forma natural, por lo que Dávila remite informes a Montejo en Campeche sobre el supuesto fallecimiento. Pero el maya-español dió guerra algunos años más con su partida de fieles apoyados en las espesuras de la selva.
Gonzalo Guerrero, fundador del mestizaje, quien adopta las costumbres de los mayas, y les enseña nuevas técnicas para defender su territorio, enfrentándose a sus compatriotas, muere a fines de los años 30 bajo el fuego de los españoles del gobernador Alvarado que sojuzgaron finalmente a parte de los mayas de Guatemala y Honduras.
Autor: Tito .
sábado, 13 de octubre de 2012
San Andrés de Teixido - Cedeira
"A San Andrés de Teixido vai de morto quen no foi de vivo "
En Cedeira está el santuario de San Andrés de Teixido.
San Andrés, que veía como a la tumba de Sant Yago iban grandes peregrinaciones mientras que a él nadie venía a visitarle, paseaba melancólico sus soledades. Un día se encontró con Nuestro Señor Jesucristo que venía a visitarle y éste le preguntó: "¿Cómo es que estás tan triste?" San Andrés le respondió: "¡Ay mi señor! A pesar de que yo también hago milagros como Santiago nadie se acerca por estos parajes y está mi santuario vacío".
El Señor le miró y sonriendo le dijo: "No has de ser menos que Santiago. Te prometo que todo el mundo pasará al menos una vez en la vida por tu santuario"
"Muchas gracias, Señor pero ¿cómo será eso posible?" "Porque todo aquel que en vida no viniere, tendrá que pasar por aquí después de muerto".
Por eso nadie molesta a los animalitos que andan por los senderos del santuario, porque dice la leyenda que ellos llevan las almas de los que no peregrinaron en vida.
En Cedeira está el santuario de San Andrés de Teixido.
San Andrés, que veía como a la tumba de Sant Yago iban grandes peregrinaciones mientras que a él nadie venía a visitarle, paseaba melancólico sus soledades. Un día se encontró con Nuestro Señor Jesucristo que venía a visitarle y éste le preguntó: "¿Cómo es que estás tan triste?" San Andrés le respondió: "¡Ay mi señor! A pesar de que yo también hago milagros como Santiago nadie se acerca por estos parajes y está mi santuario vacío".
El Señor le miró y sonriendo le dijo: "No has de ser menos que Santiago. Te prometo que todo el mundo pasará al menos una vez en la vida por tu santuario"
"Muchas gracias, Señor pero ¿cómo será eso posible?" "Porque todo aquel que en vida no viniere, tendrá que pasar por aquí después de muerto".
Por eso nadie molesta a los animalitos que andan por los senderos del santuario, porque dice la leyenda que ellos llevan las almas de los que no peregrinaron en vida.
domingo, 29 de julio de 2012
Hércules y La Coruña
La Coruña también es fundación de Hércules, como proclama su escudo, en cuyo motivo central figura la torre del siglo II que lleva su nombre. Ésta es, en realidad, un faro romano de navegación convertido en fortificación durante la Edad Media y restaurado en 1791.
Cuenta la leyenda hercúlea que el héroe llegó por mar a las cercanías de la futura ciudad de La Coruña, llamado por los subditos de Gerión, rey de Brigantium, que estaban hartos de pasar penalidades por su comportamiento y exacciones, pues los obligaba a entregarles la mitad de sus bienes y sus hijos. Vencerlo no fue tarea fácil, ni siquiera para Hércules, pues Gerión era un gigante alado formado por tres cuerpos completos unidos por la cintura. Para derrotarlo, le disparó desde su escondite una flecha envenenada con la sangre de la Hidra. Luego le cortó la cabeza, la enterró y edificó en aquel mismo lugar la torre que celebra su hazaña. De ahí que al pie del escudo coruñés figure una calavera.
Igonoro donde fueron a parar los tres cuerpos de Gerión y las dos cabezas restantes.
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
Cuenta la leyenda hercúlea que el héroe llegó por mar a las cercanías de la futura ciudad de La Coruña, llamado por los subditos de Gerión, rey de Brigantium, que estaban hartos de pasar penalidades por su comportamiento y exacciones, pues los obligaba a entregarles la mitad de sus bienes y sus hijos. Vencerlo no fue tarea fácil, ni siquiera para Hércules, pues Gerión era un gigante alado formado por tres cuerpos completos unidos por la cintura. Para derrotarlo, le disparó desde su escondite una flecha envenenada con la sangre de la Hidra. Luego le cortó la cabeza, la enterró y edificó en aquel mismo lugar la torre que celebra su hazaña. De ahí que al pie del escudo coruñés figure una calavera.
Igonoro donde fueron a parar los tres cuerpos de Gerión y las dos cabezas restantes.
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
miércoles, 18 de julio de 2012
Hércules, Los Pirineos y Barcelona
Hércules y Pirene, una gentil doncella hija del rey Túbal, nieto de Noé, que reinaba en las montañas, tuvieron en el transcurso de los doce trabajos del héroe en Iberia — que le había encomendado Euristeo, rey de Micenas — una historia de amor. Esta se vio interrumpida por el fallecimiento inexplicable y repentino de la princesa. Y Hércules, enloquecido por el dolor, hizo chocar unas montañas contra otras por encima de los despojos de su amada, hasta formar una tumba inmensa, que constituyó la cordillera de los Pirineos.
Más tarde, agotado por la labor, decidió acercarse al mar a refrescarse y descansar. Así llegó a la montaña de Montjuich. Maravillado por la feracidad y belleza del valle que se abrió ante sus ojos, decidió erigir allí una ciudad cuando tuviera tiempo. Después de abrir el Jardín de las Hespérides, plantar las columnas que llevan su nombre y separar Europa de Africa, pudo afrontar dicha tarea.
Nueve naves llenas de gente escogida surcaron el Mediterráneo desde el oriente con destino a la planicie que Hércules había divisado tiempo atrás. Los temporales dispersaron los barcos y, aunque una nave se perdió y otra recaló en Marsella, lograron llegar a su destino. Allí encontraron a sus compañeros perdidos, ocupados ya en el levantamiento de la nueva urbe. Feliz por el acontecimiento y el hallazgo de aquellos a quienes tanto quería, Hércules decidió entonces llamarla «Barca-nona», pues era la novena barca la que se había extraviado en el camino.
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
Más tarde, agotado por la labor, decidió acercarse al mar a refrescarse y descansar. Así llegó a la montaña de Montjuich. Maravillado por la feracidad y belleza del valle que se abrió ante sus ojos, decidió erigir allí una ciudad cuando tuviera tiempo. Después de abrir el Jardín de las Hespérides, plantar las columnas que llevan su nombre y separar Europa de Africa, pudo afrontar dicha tarea.
Nueve naves llenas de gente escogida surcaron el Mediterráneo desde el oriente con destino a la planicie que Hércules había divisado tiempo atrás. Los temporales dispersaron los barcos y, aunque una nave se perdió y otra recaló en Marsella, lograron llegar a su destino. Allí encontraron a sus compañeros perdidos, ocupados ya en el levantamiento de la nueva urbe. Feliz por el acontecimiento y el hallazgo de aquellos a quienes tanto quería, Hércules decidió entonces llamarla «Barca-nona», pues era la novena barca la que se había extraviado en el camino.
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
jueves, 12 de julio de 2012
Hércules y Sevilla
A la dinastía Heráclida sucedio en el gobierno de Hispania la de los Atlantes. Antes de ocuparme de ella, pasaré una breve revista a algunas leyendas relacionadas con los ciudades fundadas por Hércules y sus sucesores.
Empiezo por Sevilla.
Cuenta la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio que unos seiscientos años antes de Cristo, en una de sus incursiones por el curso superior del río Betis, Hércules indicó dónde se situaría Sevilla erigiendo un dolmen con seis enormes columnas, que delimitaron el perímetro de la futura urbe. En cada una de ellas escribió un principio virtuoso que debía gobernarla, y así surgieron las consagradas al amor, el impulso, la armonía, la gracia, la sabiduría y la belleza. En la última reprodujo su propia imagen, a fin de ser recordado por quienes la habitaran.
Los fenicios rindieron culto a Hércules, pero los romanos, más ingratos, fueron olvidándolo hasta que en el año 45 Julio César quiso apoderarse por completo de su gloria, pues refundo Sevilla con el nombre de «Julia Romula Hispalis». Quizá para contentarlos, concedió a sus vecinos la valiosa ciudadanía romana.
Como la historia es siempre justa, en el año de Nuestro Señor de 1578, durante el reinado de Felipe II, el conde de Barajas abrió la Alameda de Hércules para entretenimiento y paseo de sus pobladores, y dispuso en sus extremos sendas estatuas de Julio César, el restaurador, y del propio Hércules, el fundador, a fin de que ambos fueran celebrados por los sevillanos, que tanto les deben.
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
Empiezo por Sevilla.
Cuenta la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio que unos seiscientos años antes de Cristo, en una de sus incursiones por el curso superior del río Betis, Hércules indicó dónde se situaría Sevilla erigiendo un dolmen con seis enormes columnas, que delimitaron el perímetro de la futura urbe. En cada una de ellas escribió un principio virtuoso que debía gobernarla, y así surgieron las consagradas al amor, el impulso, la armonía, la gracia, la sabiduría y la belleza. En la última reprodujo su propia imagen, a fin de ser recordado por quienes la habitaran.
Los fenicios rindieron culto a Hércules, pero los romanos, más ingratos, fueron olvidándolo hasta que en el año 45 Julio César quiso apoderarse por completo de su gloria, pues refundo Sevilla con el nombre de «Julia Romula Hispalis». Quizá para contentarlos, concedió a sus vecinos la valiosa ciudadanía romana.
Como la historia es siempre justa, en el año de Nuestro Señor de 1578, durante el reinado de Felipe II, el conde de Barajas abrió la Alameda de Hércules para entretenimiento y paseo de sus pobladores, y dispuso en sus extremos sendas estatuas de Julio César, el restaurador, y del propio Hércules, el fundador, a fin de que ambos fueran celebrados por los sevillanos, que tanto les deben.
("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)
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jueves, 28 de junio de 2012
Gerión el Africano y los Geriones
Según el testimonio de Berós, Gerión el Africano descendiente del rey númida Iarbas, tomó el poder absoluto en el año XXXII del reinado de Armatrites, es decir antes del año 514 desde el Diluvio y el año CCCLXXI desde la fundación de Hispania.
Procedente de Mauritania invadió Hispania y la ocupó y reinó hasta el año XXVIII, año de poder de Belochus. Durante XXIX año de gobierno de Belochus, reinaron los Hominis (trillizos) hijos de Gerión o Geriones y lo hicieron con amor al poder, los Geriones eran expertos en Minería y sabían donde hallar los tesoros de la Tierra, siendo ellos los fundadores de los ejércitos, según explica San Jerónimo.
Gerión fundó la ciudad de Gerona, donde residía en la Torre Geronella, pero con la entrada del rey Osiris por los Pirineos, tuvo que marcharse a la Isla de Erithrea ubicada en el mar de Portugal donde vivió, según dice el geógrafo Pomponio Mela en el Tercer libro De Insulis Hispaniae.
Osiris, antes de regresar a Egipto, de donde procedía y era rey, dejó como sucesores del reino de España a los tres hijos del tirano vencido, que eran todavía niños, bajo la tutela de consejeros honestos y prudentes. Los tres hijos de Gerión, al llegar a la mayoría de edad, resolvieron vengar la muerte de su padre, aunque su intención secreta era la de hacerse tiranos, como aquél lo había sido. Los Geriones se sabían incapaces de derrotar a Osiris en lucha abierta y concertaron una alianza secreta con Trifón, hermano de Osiris, que ambicionaba el reino de Egipto.
Al fin, el traidor Trifón asesinó a su hermano Osiris, aunque Oro-Horus-, hijo de Osiris, vengó a su padre matando a Trifón, su tío.
Cuentan los narradores que este Oro, hijo de Osiris era Hércules
Procedente de Mauritania invadió Hispania y la ocupó y reinó hasta el año XXVIII, año de poder de Belochus. Durante XXIX año de gobierno de Belochus, reinaron los Hominis (trillizos) hijos de Gerión o Geriones y lo hicieron con amor al poder, los Geriones eran expertos en Minería y sabían donde hallar los tesoros de la Tierra, siendo ellos los fundadores de los ejércitos, según explica San Jerónimo.
Gerión fundó la ciudad de Gerona, donde residía en la Torre Geronella, pero con la entrada del rey Osiris por los Pirineos, tuvo que marcharse a la Isla de Erithrea ubicada en el mar de Portugal donde vivió, según dice el geógrafo Pomponio Mela en el Tercer libro De Insulis Hispaniae.
Osiris, antes de regresar a Egipto, de donde procedía y era rey, dejó como sucesores del reino de España a los tres hijos del tirano vencido, que eran todavía niños, bajo la tutela de consejeros honestos y prudentes. Los tres hijos de Gerión, al llegar a la mayoría de edad, resolvieron vengar la muerte de su padre, aunque su intención secreta era la de hacerse tiranos, como aquél lo había sido. Los Geriones se sabían incapaces de derrotar a Osiris en lucha abierta y concertaron una alianza secreta con Trifón, hermano de Osiris, que ambicionaba el reino de Egipto.
Al fin, el traidor Trifón asesinó a su hermano Osiris, aunque Oro-Horus-, hijo de Osiris, vengó a su padre matando a Trifón, su tío.
Cuentan los narradores que este Oro, hijo de Osiris era Hércules
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sábado, 16 de junio de 2012
José Luis Fuente del Blanco - Guardo
Conocido cariñosamente como El Inventor, fue un popular personaje palentino que dedicó gran parte de su vida a la construcción de artilugios que facilitaran la vida a los demás, falleció en Palencia el 1 de enero de 2009 a los 70 años de edad.
HISTORIA Y VIDA
Un cierto aire de científico extravagante siempre acompañó a José Luis Fuente del Blanco, una de las más populares figuras palentinas, conocido por todos quienes le apreciaban como 'El Inventor'.
Mecánico jubilado de la fábrica guardense de Explosivos Río Tinto, dedicó la mayor parte de su vida a inventar artilugios con los que facilitar la vida diaria, aunque la mayor parte de sus creaciones nunca llegaron a tener una verdadera aplicación práctica.
Poco dado a registrar sus inventos, entre los pocos que llegó a patentar figura un microscopio solar, que utilizaba la luz del sol a través de un juego de lentes para realizar las mismas funciones que un microscopio de laboratorio.
Orgulloso de sus creaciones, se mostraba especialmente satisfecho de la creación de una mochila voladora, con la que aseguraba haber cruzado por los aires el río Carrión, aunque también manifestaba con cierto pesar que los norteamericanos le copiaron el diseño.
Fruto de su larga trayectoria como inventor consiguió una importante lista de creaciones como el bolígrafo linterna, especial para los agentes de Tráfico que deben imponer sus multas durante la noche; las gafas luminosas, que acompañadas de dos pequeñas bombillas que creaban un campo de visión eran ideales para la lectura nocturna o en ambientes oscuros; el bolígrafo pistola, pensado como método de defensa personal; o el bolso antirrobos, cuya parte inferior se pegaba a superficies lisas como una ventosa.
Sus restos reposan en el cementerio de Palencia.
HISTORIA Y VIDA
Un cierto aire de científico extravagante siempre acompañó a José Luis Fuente del Blanco, una de las más populares figuras palentinas, conocido por todos quienes le apreciaban como 'El Inventor'.
Mecánico jubilado de la fábrica guardense de Explosivos Río Tinto, dedicó la mayor parte de su vida a inventar artilugios con los que facilitar la vida diaria, aunque la mayor parte de sus creaciones nunca llegaron a tener una verdadera aplicación práctica.
Poco dado a registrar sus inventos, entre los pocos que llegó a patentar figura un microscopio solar, que utilizaba la luz del sol a través de un juego de lentes para realizar las mismas funciones que un microscopio de laboratorio.
Orgulloso de sus creaciones, se mostraba especialmente satisfecho de la creación de una mochila voladora, con la que aseguraba haber cruzado por los aires el río Carrión, aunque también manifestaba con cierto pesar que los norteamericanos le copiaron el diseño.
Fruto de su larga trayectoria como inventor consiguió una importante lista de creaciones como el bolígrafo linterna, especial para los agentes de Tráfico que deben imponer sus multas durante la noche; las gafas luminosas, que acompañadas de dos pequeñas bombillas que creaban un campo de visión eran ideales para la lectura nocturna o en ambientes oscuros; el bolígrafo pistola, pensado como método de defensa personal; o el bolso antirrobos, cuya parte inferior se pegaba a superficies lisas como una ventosa.
Sus restos reposan en el cementerio de Palencia.
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La charrasca del Conde Gatón
Cuando las hordas de sarracenos invadieron la Península Ibérica no encontraron apenas oposición, debido a la gran división que existía entre los señores que la dominaban. Uno de los pocos puntos donde hallaron alguna resistencia fue precisamente en El Bierzo.
Nuestros paisanos, ante la clara superioridad musulmana, optaron por retirarse a uno de los valles en los que se sentirían protegidos para reagruparse. Una vez reunidos todos los hombres en los parajes de Paraxís (Balboa), bajo las órdenes del Conde Gatón, buscaron la manera de iniciar una contraofensiva.
Así, en las inmediaciones de un curso de agua, fueron arengados por el Conde berciano. Este noble era extremadamente fuerte y decidido.Prueba de ello fue que, en un ataque de ira y delante de sus huestes,sacó su espada (la “charrasca”) al objeto de asestar un golpe contundente. En su trayectoria se interpuso un carballo (el carballo de “Paraxís”), partiéndose en dos su arma con una enorme violencia. De este árbol nadie es capaz de dar noticia sobre su ubicación.
Por otra parte, se creía que el libertador berciano era avieso y tenía algún pacto con el maligno. De hecho, “gatón” era una forma de denominar al demonio. Sus súbditos le temían pues su fama de vengador estaba bastante extendida.
En este aspecto, cabe resaltar que en la ermita de Paraxís se adora al ángel malo. Es de los pocos lugares en que ocurre esto. La talla demoniaca está en tono amenazante. Algunos consideran que, en cierto modo, esta imagen tiene relación con el apelativo del Conde, es decir, “Gatón” o diablo
(Texto y foto de TodoBierzo)
Nuestros paisanos, ante la clara superioridad musulmana, optaron por retirarse a uno de los valles en los que se sentirían protegidos para reagruparse. Una vez reunidos todos los hombres en los parajes de Paraxís (Balboa), bajo las órdenes del Conde Gatón, buscaron la manera de iniciar una contraofensiva.
Así, en las inmediaciones de un curso de agua, fueron arengados por el Conde berciano. Este noble era extremadamente fuerte y decidido.Prueba de ello fue que, en un ataque de ira y delante de sus huestes,sacó su espada (la “charrasca”) al objeto de asestar un golpe contundente. En su trayectoria se interpuso un carballo (el carballo de “Paraxís”), partiéndose en dos su arma con una enorme violencia. De este árbol nadie es capaz de dar noticia sobre su ubicación.
Por otra parte, se creía que el libertador berciano era avieso y tenía algún pacto con el maligno. De hecho, “gatón” era una forma de denominar al demonio. Sus súbditos le temían pues su fama de vengador estaba bastante extendida.
En este aspecto, cabe resaltar que en la ermita de Paraxís se adora al ángel malo. Es de los pocos lugares en que ocurre esto. La talla demoniaca está en tono amenazante. Algunos consideran que, en cierto modo, esta imagen tiene relación con el apelativo del Conde, es decir, “Gatón” o diablo
(Texto y foto de TodoBierzo)
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jueves, 14 de junio de 2012
Pere de Son Gall
Pere Sastre Obrador, más conocido como Pere de Son Gall (Llucmajor, 1895 - Llucmajor, 1965) fue un inventor mallorquín de formación autodidacta con conocimientos de matemáticas, física y dibujo técnico.
Diseñó un prototipo de vehículo similar a un helicóptero al que llamó Cometagirovión. Envió el diseño de su aparato al ministro Juan de la Cierva y Peñafiel que no vio interés en el proyecto.
Curiosamente su hijo, Juan de la Cierva y Codorniu, presentó un año después un invento muy similar al que denominó autogiro.
(Wikipedia)
Diseñó un prototipo de vehículo similar a un helicóptero al que llamó Cometagirovión. Envió el diseño de su aparato al ministro Juan de la Cierva y Peñafiel que no vio interés en el proyecto.
Curiosamente su hijo, Juan de la Cierva y Codorniu, presentó un año después un invento muy similar al que denominó autogiro.
(Wikipedia)
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domingo, 29 de abril de 2012
La noche que mataron a don Suero
En Marzo de 2008 publiqué la historia del “paso honroso” que don Suero de Quiñónes y sus compañeros protagonizaron en Puente de Orbigo.
Muchos años más tarde de la hazaña que entonces os relataba, empezaron a repicar en la historia leonesa las campanadas de la alevosa muerte de don Suero de Quiñones. Quedaba ya muy lejano el palenque del Puente y lo que no ocurrió entonces de un modo gallardo sucedió sombríamente el 11 de Julio de 1458. Las voces de muerte sonaron aquella noche, en la gran campera que se extiende entre Barcial de la Loma y Castroverde, hoy villas de Valladolid y Zamora, respectivamente, mucho más allá de Laguna de Negrillos, donde los Quiñones tenían un castillo construido a finales del siglo XIII.
Don Suero de Quiñónes fue a morir de un modo alevoso, siendo todavía hombre fuerte aunque cano, a manos de la mala fe, en la oscuridad de la noche.
Los antecedentes del hecho has que buscarlos mucho tiempo atrás, en el mes de julio de 1434. La casa de don Alvaro de Luna, el poderoso Condestable, conoció la presencia del joven caballero don Suero de Quiñones. Allí se había criado de muchacho y supo de todo su ambiente, donde las justas y torneos, las fiestas y otras alegrías de lujo formaban parte integrante del aparato palatino. Así nació la gallardía romántica y aventurera de su juventud y allí fue, precisamente, donde se abrazaron dos historias encontradas. Cuéntase que la noche que mataron a don Suero apareció en escena don Gutierre de Quijada. Este personaje se titulaba señor de Villagarcía de Campos. Había vivido y peleado junto a don Suero en tierras de Andalucía donde ya le nació la hostilidad, o por mejor decir la rivalidad hacia su compañero de armas.
De don Gutierre de Quijada se dice también que fue antecesor del mayordomo del rey Carlos I, el coronel don Luis de Quijada, el tutor de «Jeromín» (don Juan de Austria, el de Lepanto), que asimismo vivió en Villagarcía.
Llegó la noche del 11 de julio de 1458. La noche que mataron a don Suero de Quiñones, el célebre caballero leonés Don Gutierre de Quijada había intentado cometer anteriormente tal villanía, primero en Laguna de Negrillos, luego en Santa Elena deJamuz... y no lo consiguió. Por fin supo que don Suero se dirigía hacia Tordesillas. Fue el momento propicio después de tan largos años de espera.
En aquel despoblado lleno de nocturnidad, el Quijada y los suyos le salieron al encuentro. El cuerpo de don Suero, roto a cuchilladas se derrumbó al suelo. Allí quedó, cara al cielo, el famoso leonés del «Paso Honroso». Tenía 52 años.
(Resumen de "Tradiciones leonesas" de Máximo Cayón Waldaliso)
Clara del Rey
Clara del Rey (1765-1808) fue una heroína madrileña, muerta durante los sucesos del 2 de mayo de 1808, en el Parque de Artillería de Monteleón. Había nacido el 11 de agosto de 1765 en Villalón de Campos (Valladolid), hija de Manuel del Rey y de Teresa Calvo.
Estuvo animando y ayudando a los defensores junto a su marido y tres hijos. Parece ser que murió por la metralla de una bala de cañón que le alcanzó en la frente. Clara del Rey figura entre las víctimas del 2 de mayo identificadas en el Archivo Municipal de Madrid, donde consta que "deja dos hijos solteros", por lo que es de suponer que en el Parque de artillería Monteleón también murieron su marido y uno de sus hijos.
Fue enterrada en el cementerio de la Buena Dicha, situado en el hospital del mismo nombre, hoy en día desaparecido y que estaba ubicado en las proximidades de la Gran Vía de Madrid, entre las calles Libreros y Silva. En la fachada de la iglesia de la Buena Dicha (C/Silva,25) tiene Clara del Rey una lápida conmemorativa. Madrid dedicó a su memoria una calle.
Estuvo animando y ayudando a los defensores junto a su marido y tres hijos. Parece ser que murió por la metralla de una bala de cañón que le alcanzó en la frente. Clara del Rey figura entre las víctimas del 2 de mayo identificadas en el Archivo Municipal de Madrid, donde consta que "deja dos hijos solteros", por lo que es de suponer que en el Parque de artillería Monteleón también murieron su marido y uno de sus hijos.
Fue enterrada en el cementerio de la Buena Dicha, situado en el hospital del mismo nombre, hoy en día desaparecido y que estaba ubicado en las proximidades de la Gran Vía de Madrid, entre las calles Libreros y Silva. En la fachada de la iglesia de la Buena Dicha (C/Silva,25) tiene Clara del Rey una lápida conmemorativa. Madrid dedicó a su memoria una calle.
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Itzaro
En la bahía de Bermeo a Ogoño, acostado sobre el mar azul, como un viejo monstruo dormido, se alza el solitario islote de Itzaro. Miles de gaviotas tienen allí el nido. Restos de construcciones, una escalera tallada en la roca, alguna gruta aislada, y, sobre todo, la leyenda, parecen decirnos que alguna vez fue habitado. Y dicen las viejas que los habitantes fueron unos monjes blancos, que allí, de cara al mar, con el espíritu exaltado en la contemplación infinita, fueron entregando, uno a uno, sus almas, santificadas por la penitencia y la oración, a los brazos acogedores del Señor.
Pero hubo uno, allá por los siglos IX o X, que, refugiado en aquel lugar, por huir de un amor imposible, encontró la muerte sin haber pronunciado votos y sin que las exhortaciones de los santos compañeros y del mismo abad hubieran podido apartarle de su voluntario y trágico destino.
Y cuentan que fue así:
Una noche de invierno, oscura, con las olas encrespadas por el huracán, el hermano portero, que se ocupaba de recibir las provisiones que los bermeanos caritativos enviaban al cenobio, creyó distinguir, entre el ruido del mar chocando contra el acantilado, gritos de auxilio. Bajó la escalerilla que conducía al embarcadero, y encontró a un hombre agonizante, heridas las manos al asirse para buscar apoyo en las rocas, rotos sus vestidos, aterido de frío, con un golpe en el cráneo, magullado por el choque con las peñas.
Dio aviso el buen hermano, y toda la comunidad bajó en su ayuda. Le cuidaron, le curaron y, sobre todo, dieron asilo al cuerpo y serenidad al alma. Él contó su historia: el amor imposible por una mujer. El desafío con el hermano de ella, terminado en la muerte. La huida en la noche, con el temporal propicio; la rotura del bote y los remos, y su caída brutal contra las rocas. Los frailes, compadecidos, trataron de hacerle olvidar el triste pasado. Allí, mirando el cielo, la penitencia y la soledad le harían ir expiando poco a poco sus culpas.
Y pasaron los meses. Una mañana, al recoger las limosnas que mandaban los cristianos vecinos, venía una mujer en el bote, enlutada, cubierta con un tupido manto. El nuevo acogido bajó a ayudar al portero, y la mujer descubrió el rostro. Todos sus buenos propósitos se vinieron al suelo; se acercó a ella y le propuso volver a verse. Quedaron en que todas las noches ella pasearía por la playa más próxima, con una luz en la mano. Y él llegaría nadando.
Así fue. En cuanto la última luz del crepúsculo desaparecía, él bajaba; se despojaba del hábito, que por caridad le habían proporcionado los frailes, sin tener derecho ninguno a vestirlo, y se lanzaba al mar. En la orilla, la luz parpadeante de la nueva Hero lo atraía al horrible abismo.
Durante muchos meses las entrevistas se repitieron. Pero un día alguien siguió a la mujer. La descubrieron en la playa y la atravesaron con la espada vengadora. De su mano, rígida por la muerte, arrancaron la linterna. Y el hombre llegó, ciego, a caer fatalmente en su destino. Allí mismo fue asesinado. Los dos cadáveres fueron arrojados al mar con una piedra al cuello.
Los monjes blancos, horrorizados, fueron a otro lugar más apacible. Pero aún se oyen, en las noches tormentosas del Cantábrico, los lamentos quejumbrosos de las dos almas en pena, atormentadas por los remordimientos, por su amor imposible, trocado en odio, y el engaño vergonzoso de su conversión.
Y dicen que es cierto y que a veces se ven sus figuras ahogadas, errantes en el mar.
(LEYENDAS DE ESPAÑA de Vicente García de Diego)
Pero hubo uno, allá por los siglos IX o X, que, refugiado en aquel lugar, por huir de un amor imposible, encontró la muerte sin haber pronunciado votos y sin que las exhortaciones de los santos compañeros y del mismo abad hubieran podido apartarle de su voluntario y trágico destino.
Y cuentan que fue así:
Una noche de invierno, oscura, con las olas encrespadas por el huracán, el hermano portero, que se ocupaba de recibir las provisiones que los bermeanos caritativos enviaban al cenobio, creyó distinguir, entre el ruido del mar chocando contra el acantilado, gritos de auxilio. Bajó la escalerilla que conducía al embarcadero, y encontró a un hombre agonizante, heridas las manos al asirse para buscar apoyo en las rocas, rotos sus vestidos, aterido de frío, con un golpe en el cráneo, magullado por el choque con las peñas.
Dio aviso el buen hermano, y toda la comunidad bajó en su ayuda. Le cuidaron, le curaron y, sobre todo, dieron asilo al cuerpo y serenidad al alma. Él contó su historia: el amor imposible por una mujer. El desafío con el hermano de ella, terminado en la muerte. La huida en la noche, con el temporal propicio; la rotura del bote y los remos, y su caída brutal contra las rocas. Los frailes, compadecidos, trataron de hacerle olvidar el triste pasado. Allí, mirando el cielo, la penitencia y la soledad le harían ir expiando poco a poco sus culpas.
Y pasaron los meses. Una mañana, al recoger las limosnas que mandaban los cristianos vecinos, venía una mujer en el bote, enlutada, cubierta con un tupido manto. El nuevo acogido bajó a ayudar al portero, y la mujer descubrió el rostro. Todos sus buenos propósitos se vinieron al suelo; se acercó a ella y le propuso volver a verse. Quedaron en que todas las noches ella pasearía por la playa más próxima, con una luz en la mano. Y él llegaría nadando.
Así fue. En cuanto la última luz del crepúsculo desaparecía, él bajaba; se despojaba del hábito, que por caridad le habían proporcionado los frailes, sin tener derecho ninguno a vestirlo, y se lanzaba al mar. En la orilla, la luz parpadeante de la nueva Hero lo atraía al horrible abismo.
Durante muchos meses las entrevistas se repitieron. Pero un día alguien siguió a la mujer. La descubrieron en la playa y la atravesaron con la espada vengadora. De su mano, rígida por la muerte, arrancaron la linterna. Y el hombre llegó, ciego, a caer fatalmente en su destino. Allí mismo fue asesinado. Los dos cadáveres fueron arrojados al mar con una piedra al cuello.
Los monjes blancos, horrorizados, fueron a otro lugar más apacible. Pero aún se oyen, en las noches tormentosas del Cantábrico, los lamentos quejumbrosos de las dos almas en pena, atormentadas por los remordimientos, por su amor imposible, trocado en odio, y el engaño vergonzoso de su conversión.
Y dicen que es cierto y que a veces se ven sus figuras ahogadas, errantes en el mar.
(LEYENDAS DE ESPAÑA de Vicente García de Diego)
domingo, 18 de marzo de 2012
El Papamoscas - Burgos
Papamoscas es el apodo con el que popularmente, se conoce un famoso artilugio del siglo XVI, que marca las horas en la catedral. Está situado en la nave de la izquierda, según se entra por la fachada principal, por encima del triforio, y representa a una figura humana de rostro grotesco y peculiar tocado, que emerge desde el talle sobre la esfera de un reloj.
Viste una especie de casaca roja, abotonada delante, con amplio cuello terminado en puntas y ceñido por cinturón verde. Con la mano derecha sostiene un papel de música y hace sonar la campana al paso de las horas, mientras abre y cierra la boca. Los cuartos de hora los marca su ayudante, el Martinillo, una figura más pequeña y de cuerpo entero que espera sobre un pequeño balcón entre dos campanas. Con un martillo en cada mano da uno, dos o tres golpes, según sea el cuarto, la media o los tres cuartos, y cuatro golpes antes de la hora que entona, con sonido más grave, el Papamoscas
Viste una especie de casaca roja, abotonada delante, con amplio cuello terminado en puntas y ceñido por cinturón verde. Con la mano derecha sostiene un papel de música y hace sonar la campana al paso de las horas, mientras abre y cierra la boca. Los cuartos de hora los marca su ayudante, el Martinillo, una figura más pequeña y de cuerpo entero que espera sobre un pequeño balcón entre dos campanas. Con un martillo en cada mano da uno, dos o tres golpes, según sea el cuarto, la media o los tres cuartos, y cuatro golpes antes de la hora que entona, con sonido más grave, el Papamoscas
Torre de los Ponce - León
León fue llamada, en otros tiempos, "la Ciudad de las Torres". Sólo queda la famosa «Torre Cuadrada» o «Torre del Obispo», o «Torre de los Ponce»; torre milenaria, de origen medieval.
Torre capitana de todas las atalayas que defendían León en los siglos de la Reconquista, que resistió los asaltos, las devastaciones y los embates de los hombres y se mantiene, fuerte y altiva. Es la última torre, el último baluarte que queda de la muralla antigua después de la destrucción de León por Almanzor. Todavía anda entre sus muros la sombra del célebre conde gallego Guillén González, que con el rey Bermudo II, la reina Velasquita, «señora de alta calidad», como dice Risco, y aquel génio de la guerra y de la destrucción que se llamó Almanzor, forman un cuadro de personajes memorables de aquellos calamitosos tiempos en que en León apenas quedó una piedra en pie.
Llegó la primavera del año 988 y Almanzor cruzó el ño Astura (el Esla) con un poderoso ejército y se lanzó contra los leoneses buscando con codicia la conquista de la más preciada capital del reino cristiano, León, y cercándola por sus cuatro costados la sometió a un sitio de hierro implacable, exterminador. El rey Bermudo II, «El Gotoso», estaba
enfermo de gota. No vamos a entrar en mayores pormenores. Viéndose incapacitado para defender la ciudad del desvastador asedio, encarga la defensa de León al famoso conde galaico Guillén González. Brava fue la resistencia.
Los tremendos muros que habían edificado los romanos siglos antes para protegerse de los fieros «hispani», aguantaban todas las embestidasde los musulmanes. El conde Guillén, que era el alma
de aquella defensa numantina, alentaba y enardecía el temple y el valor de aquellos tos leoneses. Sus tropas espoleadas por el formidable botín que esperaban conseguir, arreciaban en el cerco y en los ataques. Pero fueron pasando los meses y los muros y las torres de León se mantenían firmes.
Al cabo de un año de feroz resistencia quiso la mala suerte que el conde Guillén se pusiera enfermo de gravedad, teniendo que retirarse a su mansión. Ya no podía recorrer la muralla, ni las torres, ni los cubos almenados para infundir moral a sus hombres. Era un grave contratiempo para las armas cristianas.
Cuando Almanzor supo la novedad de que el caudillo leonés, tan esforzado caballero como experto militar, se encontraba postrado en cama, ordenó a sus tropas un feroz y general ataque a las murallas legionarias. León coma gravísimo peligro y al punto mandó al conde Guillén de que se le levantase de la cama. Pero no podía tenerse en pie, en vista de lo cua! dispuso le vistieran todas sus armas y le llevaran en la
propia cama a los lugares de la lucha.
Junto al esforzado gallego, actuando como una enfermera y como una heroína, dando ánimos a todos, estaba una hermosa mujer. Era la
reina doña Velasquita, primera esposa del rey Bermudo I., Conducido el conde Guillén hacia la llamada Puerta de Occidente, todavía tuvo arrestos, para elevar la moral leonesa en la tremenda pelea. Así pasaron tres días. Combatiendo día y noche. Finalmente los asaltantes lograron abrir un gran boquete en el recinto amurallado de la puerta de Oriente y penetraron en León, atacando así, por la espalda, el reducto del conde.
La ciudad fue arrasada, quedando solamente en pie la llamada Torre de los Ponce porque derribarla suponía una obra muy costosa. Era demasiada torre para no quedar piedra sobre ella. Y se cuenta que Almanzor, furioso por aquel larguísimo asedio, dió muerte al conde en su propio lecho.
Por su parte, la reina Velasquita logró salvarse, pasando a Oviedo, donde estaba refugiado su esposo tiempo antes de iniciarse el cerco de León. Así terminó aquella sangrienta guerra entre cristianos y moros.
El conde Guillén, que con tanta pericia y valor defendió la ciudad, pasó con letras de oro a la historia leonesa y una calle hace perpetua su memoria.
(Resumen de "Tradiciones leonesas" de Máximo Cayón Waldaliso)
Torre capitana de todas las atalayas que defendían León en los siglos de la Reconquista, que resistió los asaltos, las devastaciones y los embates de los hombres y se mantiene, fuerte y altiva. Es la última torre, el último baluarte que queda de la muralla antigua después de la destrucción de León por Almanzor. Todavía anda entre sus muros la sombra del célebre conde gallego Guillén González, que con el rey Bermudo II, la reina Velasquita, «señora de alta calidad», como dice Risco, y aquel génio de la guerra y de la destrucción que se llamó Almanzor, forman un cuadro de personajes memorables de aquellos calamitosos tiempos en que en León apenas quedó una piedra en pie.
Llegó la primavera del año 988 y Almanzor cruzó el ño Astura (el Esla) con un poderoso ejército y se lanzó contra los leoneses buscando con codicia la conquista de la más preciada capital del reino cristiano, León, y cercándola por sus cuatro costados la sometió a un sitio de hierro implacable, exterminador. El rey Bermudo II, «El Gotoso», estaba
enfermo de gota. No vamos a entrar en mayores pormenores. Viéndose incapacitado para defender la ciudad del desvastador asedio, encarga la defensa de León al famoso conde galaico Guillén González. Brava fue la resistencia.
Los tremendos muros que habían edificado los romanos siglos antes para protegerse de los fieros «hispani», aguantaban todas las embestidasde los musulmanes. El conde Guillén, que era el alma
de aquella defensa numantina, alentaba y enardecía el temple y el valor de aquellos tos leoneses. Sus tropas espoleadas por el formidable botín que esperaban conseguir, arreciaban en el cerco y en los ataques. Pero fueron pasando los meses y los muros y las torres de León se mantenían firmes.
Al cabo de un año de feroz resistencia quiso la mala suerte que el conde Guillén se pusiera enfermo de gravedad, teniendo que retirarse a su mansión. Ya no podía recorrer la muralla, ni las torres, ni los cubos almenados para infundir moral a sus hombres. Era un grave contratiempo para las armas cristianas.
Cuando Almanzor supo la novedad de que el caudillo leonés, tan esforzado caballero como experto militar, se encontraba postrado en cama, ordenó a sus tropas un feroz y general ataque a las murallas legionarias. León coma gravísimo peligro y al punto mandó al conde Guillén de que se le levantase de la cama. Pero no podía tenerse en pie, en vista de lo cua! dispuso le vistieran todas sus armas y le llevaran en la
propia cama a los lugares de la lucha.
Junto al esforzado gallego, actuando como una enfermera y como una heroína, dando ánimos a todos, estaba una hermosa mujer. Era la
reina doña Velasquita, primera esposa del rey Bermudo I., Conducido el conde Guillén hacia la llamada Puerta de Occidente, todavía tuvo arrestos, para elevar la moral leonesa en la tremenda pelea. Así pasaron tres días. Combatiendo día y noche. Finalmente los asaltantes lograron abrir un gran boquete en el recinto amurallado de la puerta de Oriente y penetraron en León, atacando así, por la espalda, el reducto del conde.
La ciudad fue arrasada, quedando solamente en pie la llamada Torre de los Ponce porque derribarla suponía una obra muy costosa. Era demasiada torre para no quedar piedra sobre ella. Y se cuenta que Almanzor, furioso por aquel larguísimo asedio, dió muerte al conde en su propio lecho.
Por su parte, la reina Velasquita logró salvarse, pasando a Oviedo, donde estaba refugiado su esposo tiempo antes de iniciarse el cerco de León. Así terminó aquella sangrienta guerra entre cristianos y moros.
El conde Guillén, que con tanta pericia y valor defendió la ciudad, pasó con letras de oro a la historia leonesa y una calle hace perpetua su memoria.
(Resumen de "Tradiciones leonesas" de Máximo Cayón Waldaliso)
Barahona y las brujas
Barahona fue considerada durante mucho tiempo un foco de brujería. Testigo de ello es el Mojón-Confesionario de las Brujas [ver foto], una roca atravesada por un agujero y en cuya parte superior hay una cruz grabada. Supuestamente, las brujas metían la cabeza en el agujero para confesarse. Actualmente se encuentra en su ubicación original convenientemente señalizada.
Los Pozos Airones, también identificados con la brujería, son unos agujeros en la tierra capaces de tragar grandes cantidades de agua, por lo que todas las acequias de la zona van a dar a este lugar, que utilizan como sumidero. Cuenta la leyenda que los descritos agujeros eran hechos por las brujas golpeando repetidamente la tierra con el culo.
Varios acontecimientos dan fe que la tradición brujesca en Barahona no es una simple leyenda, ya que la localidad está recogida por la Inquisición en 1527 como un foco de brujería y aquelarres
Los Pozos Airones, también identificados con la brujería, son unos agujeros en la tierra capaces de tragar grandes cantidades de agua, por lo que todas las acequias de la zona van a dar a este lugar, que utilizan como sumidero. Cuenta la leyenda que los descritos agujeros eran hechos por las brujas golpeando repetidamente la tierra con el culo.
Varios acontecimientos dan fe que la tradición brujesca en Barahona no es una simple leyenda, ya que la localidad está recogida por la Inquisición en 1527 como un foco de brujería y aquelarres
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jueves, 9 de febrero de 2012
Un colegio para chicas guapas - Madrid
El Colegio fue fundado en 1630 por Andrés Spínola con el nombre oficial del Colegio de Nuestra Señora de la Presentaciones, aunque desde un principio se conoció como “del Marqués de Leganés” porque, durante las ausencias del fundador, el marqués era el encargado de la institución.
El Colegio se dedicaba a recoger y educar a las niñas desamparadas de 6 a 10 años y para entrar en él había que cumplir varios requisitos: gozar de buena salud, ser inteligente, no tener defectos físicos... Pero quizás lo más sorprendente es que se debía elegir preferentemente a las niñas más hermosas ya que se consideraba que, a causa de su belleza, debían enfrentarse a mayores peligros en la vida y tenían más posibilidades de “perderse” que las demás niñas en su situación. A las niñas se las educaba para ingresar en alguna organización religiosa, tener algún oficio que les permitiera vivir decentemente o para conseguir un buen matrimonio.
Desapareció engullido por la Gran Vía, al abrirse esta calle a principios del siglo XX.
(Autor: Conde de Polentinos)
El Colegio se dedicaba a recoger y educar a las niñas desamparadas de 6 a 10 años y para entrar en él había que cumplir varios requisitos: gozar de buena salud, ser inteligente, no tener defectos físicos... Pero quizás lo más sorprendente es que se debía elegir preferentemente a las niñas más hermosas ya que se consideraba que, a causa de su belleza, debían enfrentarse a mayores peligros en la vida y tenían más posibilidades de “perderse” que las demás niñas en su situación. A las niñas se las educaba para ingresar en alguna organización religiosa, tener algún oficio que les permitiera vivir decentemente o para conseguir un buen matrimonio.
Desapareció engullido por la Gran Vía, al abrirse esta calle a principios del siglo XX.
(Autor: Conde de Polentinos)
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domingo, 5 de febrero de 2012
Ordás, castillo trágico
Muchos castillos guardan una historia teminada, a menudo, de forma trágica. Como aquella del castillo de Santa Maña de Ordás, conjunto castrense de los Quiñones de Luna.
En este silencio del castillo de Ordás, hay algo terrible para contar. Dicen muchos que fue traición del sobrino. Y dicen otros que fue venganza por malquerencia de su tío. Por entonces, por aquellos lejanos años del siglo XIV, en León se levantaron muchos clamores de protesta contra don Pedro Suárez de Quiñones, poderoso señor de Luna. Este magnate, usando y abusando de su alta posición, ya que era “Adelantado mayor” en tierras de León y Asturias y casado, además, con la muy noble señora doña Juana González de Bazán, estaba construyendo un suntuoso palacio en el lugar que hoy llamamos Plaza del Conde, aprovechando para ello la mayor firmeza de una buena parte de la muralla legionaria que bordea actualmente la calle del conde de Rebolledo. Época feudal en que la existencia era muy precaria, puesto que siempre acechaba el hambre y una cosecha deficiente diezmaba la población. Y como los campesinos o los escasos comerciantes necesitaban protección y la encontraban en el señor feudal, a cambio de gran parte de sus cosechas o de sus recursos mercantiles.
La construcción de tal palacio tomando parte de la muralla era un atropello a la ciudad. No sentaba bien a los leoneses aquel capricho, aquella arbitrariedad del encumbrado señor. Hubo reclamaciones, quejas, ya que la obra en cuestión afectaba de lleno a las defensas urbanas. Pero el fundador del antiguo concejo de Luna, aprovechándose de su privilegiado cargo, hizo caso omiso y continuó los trabajos palaciegos pese a todas las oposiciones.
La situación se puso muy tensa cuando su sobrino, don Ares, se encaró con su tío afeándole tal proceder. Esta oposición de don Ares ante su tío fue de dominio público y las gentes se sentían confortadas con la valentía del joven caballero, que se enfrentaba al magnate por defender las legítimas posesiones de la capital en interés de todo el pueblo. Pero esto granjeó a don Ares la enemistad familiar. Y ya desde aquí las relaciones entre tío y sobrino se enfriaron hasta desembocar en la tragedia.
Don Pedro Suárez de Quiñones, que fue todo un personaje de la historia leonesa de entonces, tenía en tierra de Santa Maña de Ordás, bañada por el río Luna, un castillo con gran torre cilíndrica. Dicen que esta fortaleza había sido construida en el siglo X por el caballero francés Pedro García de Aspu, fundador de la dinastía de los Ordás durante el reinado de Alfonso III, como premio que le otorgó el monarca por sus buenos servicios en la lucha contra el moro. Pero siendo posesión realenga en sus principios, luego pasó al dominio de los Quiñones por su condado de Luna. Hoy día, al cabo de los siglos, el torreón de Ordás se destaca en solitario sobre un promontorio, siendo testigo mudo en la cresta de su loma de lo que allí aconteció en la época a que nos referimos.
Mucho debió ser el encono que don Pedro Suárez de Quiñones tomó a su sobrino, don Ares de Amaña. Sin embargo, ocultando con todo disimulo aquella animosidad, pero fraguando secreta y sangrienta venganza don Pedro pasó una invitación a su pariente para que asistiera a una cacería montera que había organizado en sus posesiones de la tierra de Ordás, campiña deliciosa muy abundante entonces de toda clase de caza. de pelo y pluma.
Don Ares de Amaña, por su gran afición a la cinegética y demostrada habilidad en la cetrería, creyendo que su tío lo había olvidado todo y deseaba reconciliarse con él, aceptó con el mayor agrado la invitación. Le parecía hasta una demostración de generosidad y afecto, pese a las diferencias habidas entre ambos.
Se presentó en el castillo para disfrutar de unas jornadas de sano ejercicio campero. No pensaba, ni remotamente, lo que allí le esperaba. La cacería discurrió felizmente, con gran concurrencia de batidores y perros acosadores de la fauna salvaje. Y como remate de ella, según era costumbre antaño, se celebró un banquete en el castillo, en el transcurso del cual se comentaban las incidencias habidas en las batidas. Es lo lógico de siempre en esta clase de reuniones entre cazadores. Pero en un momento dado por señal convenida, los sicarios de don Pedro Suárez de Quiñones irrumpieron violentamente en el salón y allí mismo, sin más miramientos ni contemplaciones, asesinaron alevosamente a don Ares de Amaña con tremendas puñaladas. Se habían saldado para siempre las diferencias entre tío y sobrino. Pero no quedó ahí el tremendo suceso. Llevado de su miserable venganza, una venganza que clamaba al cielo, el soberbio y malvado don Pedro ordenó que a su sobrino se le cortase, además, la cabeza y que fuera arrojada como basura desde lo alto de la torre del castillo, para general escarmiento.y así se hizo.
Las leyendas se nutren de muy variadas versiones, pues otra referencia, todavía más espeluznante, señala que los sicario s de don Pedro se gozaron en freír aquella cabeza. Otra que, después de degollado, fue asada y que ellos mismos, sobre una bandeja, se la llevaron a su madre. De cualquier modo la barbarie, la bestialidad y el sadismo consumaron aquel espantoso crimen.
Cuentan igualmente que doña Sancha Alvarez, la madre, llena de terror y acogotada por su inmensa pena, escribió para la sepultura de su desgraciado hijo, enterrado en San Isidoro, el más desgarrador y lírico epitafio que allí se conserva. Este fue el final de tan escalofriante episodio, de aquella rivalidad familiar.
En el torreón de Ordás, que todavía se mantiene desafiando los siglos, parece que desde entonces está vagando la sombra de don Ares de Amaña, el caballero leonés, alegre y confiado, que de un modo tan tremendo fue traicionado. Es uno de los más horrendos relatos de las sangrientas leyendas o historias leonesas.
(Resumen de "Tradiciones leonesas" de Máximo Cayón Waldaliso.)
En este silencio del castillo de Ordás, hay algo terrible para contar. Dicen muchos que fue traición del sobrino. Y dicen otros que fue venganza por malquerencia de su tío. Por entonces, por aquellos lejanos años del siglo XIV, en León se levantaron muchos clamores de protesta contra don Pedro Suárez de Quiñones, poderoso señor de Luna. Este magnate, usando y abusando de su alta posición, ya que era “Adelantado mayor” en tierras de León y Asturias y casado, además, con la muy noble señora doña Juana González de Bazán, estaba construyendo un suntuoso palacio en el lugar que hoy llamamos Plaza del Conde, aprovechando para ello la mayor firmeza de una buena parte de la muralla legionaria que bordea actualmente la calle del conde de Rebolledo. Época feudal en que la existencia era muy precaria, puesto que siempre acechaba el hambre y una cosecha deficiente diezmaba la población. Y como los campesinos o los escasos comerciantes necesitaban protección y la encontraban en el señor feudal, a cambio de gran parte de sus cosechas o de sus recursos mercantiles.
La construcción de tal palacio tomando parte de la muralla era un atropello a la ciudad. No sentaba bien a los leoneses aquel capricho, aquella arbitrariedad del encumbrado señor. Hubo reclamaciones, quejas, ya que la obra en cuestión afectaba de lleno a las defensas urbanas. Pero el fundador del antiguo concejo de Luna, aprovechándose de su privilegiado cargo, hizo caso omiso y continuó los trabajos palaciegos pese a todas las oposiciones.
La situación se puso muy tensa cuando su sobrino, don Ares, se encaró con su tío afeándole tal proceder. Esta oposición de don Ares ante su tío fue de dominio público y las gentes se sentían confortadas con la valentía del joven caballero, que se enfrentaba al magnate por defender las legítimas posesiones de la capital en interés de todo el pueblo. Pero esto granjeó a don Ares la enemistad familiar. Y ya desde aquí las relaciones entre tío y sobrino se enfriaron hasta desembocar en la tragedia.
Don Pedro Suárez de Quiñones, que fue todo un personaje de la historia leonesa de entonces, tenía en tierra de Santa Maña de Ordás, bañada por el río Luna, un castillo con gran torre cilíndrica. Dicen que esta fortaleza había sido construida en el siglo X por el caballero francés Pedro García de Aspu, fundador de la dinastía de los Ordás durante el reinado de Alfonso III, como premio que le otorgó el monarca por sus buenos servicios en la lucha contra el moro. Pero siendo posesión realenga en sus principios, luego pasó al dominio de los Quiñones por su condado de Luna. Hoy día, al cabo de los siglos, el torreón de Ordás se destaca en solitario sobre un promontorio, siendo testigo mudo en la cresta de su loma de lo que allí aconteció en la época a que nos referimos.
Mucho debió ser el encono que don Pedro Suárez de Quiñones tomó a su sobrino, don Ares de Amaña. Sin embargo, ocultando con todo disimulo aquella animosidad, pero fraguando secreta y sangrienta venganza don Pedro pasó una invitación a su pariente para que asistiera a una cacería montera que había organizado en sus posesiones de la tierra de Ordás, campiña deliciosa muy abundante entonces de toda clase de caza. de pelo y pluma.
Don Ares de Amaña, por su gran afición a la cinegética y demostrada habilidad en la cetrería, creyendo que su tío lo había olvidado todo y deseaba reconciliarse con él, aceptó con el mayor agrado la invitación. Le parecía hasta una demostración de generosidad y afecto, pese a las diferencias habidas entre ambos.
Se presentó en el castillo para disfrutar de unas jornadas de sano ejercicio campero. No pensaba, ni remotamente, lo que allí le esperaba. La cacería discurrió felizmente, con gran concurrencia de batidores y perros acosadores de la fauna salvaje. Y como remate de ella, según era costumbre antaño, se celebró un banquete en el castillo, en el transcurso del cual se comentaban las incidencias habidas en las batidas. Es lo lógico de siempre en esta clase de reuniones entre cazadores. Pero en un momento dado por señal convenida, los sicarios de don Pedro Suárez de Quiñones irrumpieron violentamente en el salón y allí mismo, sin más miramientos ni contemplaciones, asesinaron alevosamente a don Ares de Amaña con tremendas puñaladas. Se habían saldado para siempre las diferencias entre tío y sobrino. Pero no quedó ahí el tremendo suceso. Llevado de su miserable venganza, una venganza que clamaba al cielo, el soberbio y malvado don Pedro ordenó que a su sobrino se le cortase, además, la cabeza y que fuera arrojada como basura desde lo alto de la torre del castillo, para general escarmiento.y así se hizo.
Las leyendas se nutren de muy variadas versiones, pues otra referencia, todavía más espeluznante, señala que los sicario s de don Pedro se gozaron en freír aquella cabeza. Otra que, después de degollado, fue asada y que ellos mismos, sobre una bandeja, se la llevaron a su madre. De cualquier modo la barbarie, la bestialidad y el sadismo consumaron aquel espantoso crimen.
Cuentan igualmente que doña Sancha Alvarez, la madre, llena de terror y acogotada por su inmensa pena, escribió para la sepultura de su desgraciado hijo, enterrado en San Isidoro, el más desgarrador y lírico epitafio que allí se conserva. Este fue el final de tan escalofriante episodio, de aquella rivalidad familiar.
En el torreón de Ordás, que todavía se mantiene desafiando los siglos, parece que desde entonces está vagando la sombra de don Ares de Amaña, el caballero leonés, alegre y confiado, que de un modo tan tremendo fue traicionado. Es uno de los más horrendos relatos de las sangrientas leyendas o historias leonesas.
(Resumen de "Tradiciones leonesas" de Máximo Cayón Waldaliso.)
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