Uno de los parajes con más encanto del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es el valle de Bujaruelo. Deshabitado y con un bonito puente medieval en San Nicolás de Bujaruelo, junto a los restos de su ermita y del antiguo hospital de peregrinos convertido en refugio.
Es también punto de inicio de una ruta hacia el valle de Otal que salpica el paisaje de otoño que sobresale del verde de pinos negros, abetos y grandes arbustos de boj, gracias a las encendidas tonalidades de hayas, fresnos, arces y serbales de cazadores.
Recorre el fondo del valle hasta la pista que asciende al collado de Otal y que regala una magnífica panorámica hasta el circo glaciar de Otal con un refugio de montaña al fondo del mismo.
Requiere 3 horas y media en una distancia de 13,5 kilómetros por el mismo camino de ida y vuelta.
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