Desde Baños de Panticosa, en la cabecera del río Gállego, parten los senderos que llevan hasta el macizo del Infierno, tres picos de más de 3.000 metros —la cota más alta del valle oscense de Tena — separados por una escarpada cresta rocosa. Allí sobrevive, al amparo de las umbrías de la desafiante cara norte de los Infiernos, el glaciar más occidental de los Pirineos. Un paisaje imponente cuyo misterio se acentúa por las grandes vetas de mármol blanco que decoran las laderas de la montaña.
Cerca de allí, el parque faunístico Lacuniacha ocupa un bosque de 30 hectáreas de pinos, hayas, cerezos, abedules y robles a dos kilómetros de Piedrafita de Jaca. En su interior, repartidos por seis zonas acotadas, viven en semilibertad 60 ejemplares de lobos, gamos, rebecos, ciervos, bisontes europeos, caballos de Przewalski, uros, linces, renos, corzos y cabras montesas.
Cerca de allí, el parque faunístico Lacuniacha ocupa un bosque de 30 hectáreas de pinos, hayas, cerezos, abedules y robles a dos kilómetros de Piedrafita de Jaca. En su interior, repartidos por seis zonas acotadas, viven en semilibertad 60 ejemplares de lobos, gamos, rebecos, ciervos, bisontes europeos, caballos de Przewalski, uros, linces, renos, corzos y cabras montesas.
El País
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