Los primeros transportes públicos fueron las sillas de mano y los coches, que dieron lugar a dos nuevas profesiones: los silleros —que portaban las sillas— y los cocheros o conductores. Las mujeres prefirieron el uso de las sillas a los coches, hasta tal punto que, en alguna época determinada, se llegó a prohibir su uso a los hombres. El horario del servicio era de siete de la mañana a doce de la noche. Las paradas de sillas de manos estaban en la Puerta del Sol, y en las plazas de Antón Martín, Santa Cruz y Cebada.
En 1796 se dictó una Real Cédula sobre las sillas de manos que establecía, entre otras cosas, que los silleros fueran uniformados y que tuvieran moderación tanto en su forma de actuar como de hablar.
Curiosidades de Madrid - Isabel Gea
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