Es uno de los valles más desconocidos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, aunque no por ello menos bello. Se accede a él desde las bellas localidades pirenaicas de Telia, Escuaín y Revilla.
Al igual que Añisclo, es una garganta fluvial atravesada por un impresionante desfiladero. Se asienta sobre un terreno calizo agujereado como una esponja, repleto de simas y sumideros por los que se filtra el agua para formar espectaculares surgencias.
El valle alberga una riqueza faunística de excepción, entre la que sobresale el quebrantahuesos.
Escuaín es una auténtica delicia para los aficionados a la ornitología, se trata sin duda, de uno de los mejores lugares para la observación de esta ave tan característica de los Pirineos.
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