En el caso de una ciudad como Barcelona, densa y compacta, es una dificultad añadida el hecho de disponer de espacios verdes de grandes dimensiones. Eso confiere todavía más valor a las más de 8.000 hectáreas del parque de Collserola. Su preservación y mantenimiento es, al mismo tiempo, un reto y una garantía de la calidad de vida de los barceloneses.
Historia
La sierra fue declarada parque natural en noviembre del 2010, fecha en que apareció publicado el decreto que declaraba la zona espacio protegido en el Diario Oficial de la Generalitat. La gestión del espacio está a cargo del Consorcio del Parque Natural de la Sierra de Collserola.
Biodiversidad
En las más de 8.000 hectáreas hay una diversidad heterogénea de ambientes naturales, de los que el bosque mediterráneo ocupa una buena parte. Casi toda la fauna mediterránea está presente por la convivencia del bosque con otros espacios como cultivos, prados secos y maquias.
A pesar de los incendios forestales que cíclicamente afectan al bosque mediterráneo y que han ido sustituyendo los encinares por coníferas como los pinos, en Collserola la encina continúa manteniéndose como el árbol más representativo de la sierra. Cerca de la encina (Quercus ilex) y los robles (Quercus robur), encontramos también arces blancos y negros (Acer campestre y Acer monspessulanum) y una gran representación de bosque de ribera cerca de las rieras y los torrentes de la zona con profusión de álamos (Populus alba), chopos (Populus nigra) y fresnos (Fraxinus angustifolia). Entre los árboles frutales, destacan el avellano (Corylus avellana), el granado (Punica granatum) y el cerezo silvestre (Prunus avium). También es posible ver sauces llorones (Salix alba) y olmos (Ulmus pumila). Entre la vegetación arbustiva, encontramos agnocastos (Vitex agnus-castus), espino albar (Crataegus monogyna), madroño (Arbutus unedo), durillo (Viburnum tinus), aladierno (Rhamnus alaternus), madreselva (Lonicera japonica) y hiedra (Hedera helix).
Paisajismo y diseño
Collserola evidencia una gran diversidad paisajística. Eso es en parte, también, gracias a la gran presión humana ejercida. Esta presión antrópica ha configurado un mosaico de espacios que reúne zonas forestales, espacios agrícolas, praderas, espacios de vegetación de maquia, etc.
Su disposición, que abarca todo el límite norte de la ciudad, actúa como frontera y delimita la ciudad entre dos grandes elementos naturales: el mar, al sur, y la sierra, al norte. Este gran parque longitudinal que representa la sierra para Barcelona contiene el potencial de ser, al mismo tiempo, un gran espacio verde en contacto con la trama urbana y el punto de partida de toda una serie de corredores verdes que unen la ciudad con el mar. Una unión que es muy visible a través de Montjuïc, por el oeste, pero que es factible desde el Besòs, por el este, y también por el centro urbano interconectando diferentes parques urbanos. Estos corredores conectan espacios que van desde el parque de la Ciutadella y los parques lineales de la fachada marítima hasta el parque de las Aigües, el parque del Guinardó, el Park Güell y el parque de la Creueta del Coll, entre otros.
Barcelona.cat
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