Una leyenda quiere que fuera Hércules quien fundó Segovia. Un poco al sur de la ciudad, donde émpieza la sierra, hay un monte cuyas estribaciones llegan al llano y que tiene la forma de una mujer tumbada. Las gentes le llaman la Mujer Muerta.
Dicen que una vez, hace muchísimos años, vivía en aquellas tierras un gran rey. El rey era viudo y tenía una sola hija, a quien quería y mimaba como a nadie en el mundo.
La princesita era trigueña y graciosa. Fue creciendo. El viejo rey esperaba con espanto el día en que un príncipe de su rango pudiera pedir su mano y Ilevársela de la corte para siempre.
También la princesita soñaba con un príncipe; pero el suyo era un príncipe encantado y hermoso de voz varonil y cabellos de oro...
Un día, cuando la princesita jugaba con sus doncellas en las estribaciones de aquellos montes, se presentó de repente entre ellas un extranjero que parecía haber llegado por los aires. Junto a él, un hombretón fornido y cejijunto parecía servirle y protegerlo a la vez: era Hércules, que venía a construir la ciudad de Segovia.
Todas las doncellas corrieron asustadas hacia el bosque, llamandoa la guardia con sus gritos de pájaro.
Sólo la princesita, serena y firme, se quedó quieta... y sonrió.
Los soldados del rey acudieron en seguida; pero Hércules los rechazó de un manotazo, y doncellas y guardias huyeron hacia el poblado para advertir al monarca.
El viejo soberano pareció recibir la noticia con benevolencia. Hospedó al extranjero en su corte, y hasta pareció acceder cuando, díasmás tarde, el joven le pidió la mano de su hija.
Pero una mañana, cuando el forastero y Hércules partieron para fundar Segovia, el rey mandó llamar a la princesa, y partió con ella a caballo hacia la serranía.
Aquellos montes eran entonces un bosque intrincado de pinos y abetos oscuros.Pasaron las horas silenciosas y lentas.
También la princesita soñaba con un príncipe; pero el suyo era un príncipe encantado y hermoso de voz varonil y cabellos de oro...
Un día, cuando la princesita jugaba con sus doncellas en las estribaciones de aquellos montes, se presentó de repente entre ellas un extranjero que parecía haber llegado por los aires. Junto a él, un hombretón fornido y cejijunto parecía servirle y protegerlo a la vez: era Hércules, que venía a construir la ciudad de Segovia.
Todas las doncellas corrieron asustadas hacia el bosque, llamandoa la guardia con sus gritos de pájaro.
Sólo la princesita, serena y firme, se quedó quieta... y sonrió.
Los soldados del rey acudieron en seguida; pero Hércules los rechazó de un manotazo, y doncellas y guardias huyeron hacia el poblado para advertir al monarca.
El viejo soberano pareció recibir la noticia con benevolencia. Hospedó al extranjero en su corte, y hasta pareció acceder cuando, díasmás tarde, el joven le pidió la mano de su hija.
Pero una mañana, cuando el forastero y Hércules partieron para fundar Segovia, el rey mandó llamar a la princesa, y partió con ella a caballo hacia la serranía.
Aquellos montes eran entonces un bosque intrincado de pinos y abetos oscuros.Pasaron las horas silenciosas y lentas.
Al anochecer, el rey volvió solo a palacio.
En el poblado, todo era barullo y alegría. Se preparaba la marchade los extranjeros y se celebraban al mismo tiempo los esponsales de la princesa. El rey cruzó sombrío por la fiesta y se aisló en el fondo de su palacio. Pasaron las horas. El príncipe no podía contener su impaciencia. Nadie le daba razón de la princesa. La fiesta y el barullo le agobiaban, y quiso estar solo. Montó, pues, a caballo y galopó hacia el bosque, hacia aquella praderita, donde por vez primera vio a la princesa entre sus juegos.
Cruzó el llano, y en la ladera del monte, al salir a un claro, divisó de repente, tendida en medio de la pradera, una forma suave y blanca,con las manos cruzadas sobre el pecho. Era la princesa, muerta.
La leyenda cuenta que el príncipe mandó entonces a Hércules que tallara en aquellos mismos montes el cuerpo de la joven. Vista desde Segovia, una parte de la sierra tiene, en efecto, la forma de una figura de mujer tendida y yerta, con las dos manos enlazadas sobre el pecho.
Dicen que el príncipe desapareció por los aires y que desde entonces, convertido en nube, viene de cuando en cuando a la sierra, a contemplar a su amor...
Son esas nubes que se quedan prendidas como jirones, insistentemente, en la frente de la Mujer Muerta.
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