Santo cuya fiesta se celebra el 3 de octubre, junto a la de San Francisco de Borja. Nacido en Tiermas (Zaragoza) en 870 y, si no se atiende a la leyenda que se cierne sobre su persona, debió morir en el Monasterio de Leire en 950.
Precisamente esta leyenda nos cuenta que cierto día primaveral, el abad Virila decidió dar un paseo por los bosques cercanos al monasterio, mientras meditaba sobre el gozo de la eternidad. En ello, un ruiseñor le distrajo hacia una fuente donde se quedó dormido. Al despertar, encontró el camino de vuelta al monasterio tras una larga búsqueda, pero quedó contrariado al ver que el tamaño de la iglesia y otras dependencias era mayor a las que él había abandonado esa tarde. Cuando entró en él, nadie supo reconocerlo ni él pudo identificar a ninguno de los monjes que ahora ocupaban Leire, así que decidieron buscar en el archivo del cenobio y descubrieron que se trataba del abad Virila, desaparecido en el bosque trescientos años antes.
Tras la expectación inicial, decidieron celebrar un Te Deum para dar gracias a Dios, en el que Éste habló al abad y le dijo: "Virila, tú has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son más perfectos."
Un ruiseñor penetró en aquel momento en la iglesia portando un anillo en el pico y lo colocó en su dedo, por lo que volvió a ser abad de Leire hasta que Dios quiso que viera la eternidad que tanto le había intrigado.
(Guía de leyendas españolas de Juan G. Atienza)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
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