Uno de los obsequios de la villa de Madrid a Juan II de Castilla fue un oso pequeño vivo, encerrado en una jaula de gruesos troncos de nogal. El oso estaba amaestrado y en el regalo estaba incluido el cuidador, un húngaro que no sabía una palabra de castellano y que dominaba al osezno por medio de alaridos y ademanes violentos.
Todo esto gustó mucho al rey niño y no hubiera disgustado a nadie de la comitiva real de no ser porque, dos noches después de la llegada, el oso rompió los barrotes, se escapó, hirió a un centinela y desapareció en la espesura que rodeaba al Alcázar, es decir, el Campo del Moro.
El húngaro se marchó diciendo que iba a buscar al osezno, y no volvió.
Y en eso quedó el regalo.
(Texto copiado de "¿Por qué es Madrid la capital de España...?" de Federico Bravo Morata)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
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