Covadonga es con su cueva de la Santina y su basílica neorrománica otro de esos pasos imprescindibles por tierras asturianas. Un lugar que sobre todo cada verano atrae a miles de turistas, por lo que si decides acercarte a conocerlo en temporada alta, tendrás que dejar el coche en el aparcamiento y después tomar alguno de los autobuses que llevan en pocos minutos hasta las inmediaciones de los jardines del Príncipe y al Santuario de Covadonga.
Por un lado, la basílica data del Siglo XIX y destaca por estar construida íntegramente de piedra caliza rosa, pero sobre todo por estar encajonada en medio de un entorno rodeado por imponentes montañas y en plenos Picos de Europa. Junto a ella también se encuentra la emblemática estatua de bronce del Rey Pelayo, primer rey asturiano.
Por otro lado, la Santa Cueva de Covadonga es un pequeño santuario que se encuentra ubicado en una cueva en las estribaciones del Monte Auseva. Justo por debajo de esta cueva cae una cascada hasta un pequeño estanque. Un lugar de culto repleto de historia en el que, además de la imagen de la virgen de Covadonga, también se encuentra la tumba de Don Pelayo.
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