Parece que el causante directo de la invasión musulmana de España en el año 711 fue el gobernador de Ceuta, el conde don Julián, despechado porque el rey don Rodrigo había seducido o violado a su bella hija Florinda o la Cava, a la que el confiado padre había enviado a educarse en la corte de Toledo. El conde don Julián quería vengarse de Rodrigo a toda costa, aunque para ello tuviera que arruinar el reino godo. Facilitó a los moros el paso del Estrecho, que estaba encargado de vigilar.
Los moros conquistaron España en poco más de un año; a los cristianos les llevaría cerca de ocho siglos reconquistarla.
Según una tradición cordobesa, el alma en pena del conde don Julián se aparecía a veces en figura de caballero para confesar sus culpas a algún viandante. En una ocasión, el alguacil Morales se dirigía al pueblo de Pedroche a cumplir un recado cuando se extravió en la sierra y fue a dar en unas chozas en las que habitaba un anciano matrimonio al cuidado de unas colmenas. Caía ya la noche y Morales pidió permiso para dormir en un cobertizo exterior, ya que en la choza no había espacio ni cama. Entonces, el anciano apicultor le dijo: -No haga eso, señor, y siga su camino hasta que se aleje de aquí por lo menos un par de leguas, porque aquel castillo en ruinas que ve usted al otro lado de esta nava perteneció al conde don Julián y su fantasma vaga por la noche arrastrando cadenas y profiriendo unos aullidos que hielan la sangre.
Morales no era hombre que se asustara fácilmente. Por lo tanto decidió que el aviso del anciano era razón de más para quedarse y probar su valor.
Lo que Morales vio y oyó aquella noche nadie lo ha contado. Sólo sabemos que cuando regresó a Córdoba colgó la espada y en adelante fue un hombre temeroso de Dios y muy devoto.
En el mismo pueblo de Pedroche existe un antiguo convento en el que, según la tradición, pasó la vida la hija del conde don Julián, Florinda o la Cava, cuya hermosura fue causa involuntaria de la pérdida de España.
En cuanto al rey don Rodrigo, el rijoso que violó a la muchacha, desapareció en la batalla de Guadalete y no se volvió a saber de él, pero hay tradiciones que nos lo retratan expiando sus culpas como ermitaño e incluso, más crudamente, enterrado vivo en un sepulcro con dos grandes serpientes. El romance relata su muerte:
Ya me comen,
ya me comen
Por do más pecado había
A tres cuartas del pescuezo
y a una de la barriga.
(según Juan Eslava Galán en España insólita y misteriosa)
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