La leyenda palentina cuenta la historia de dos amantes que huyen. Un moro que, prófugo de las luchas de Reconquista, quiere volver a su tierra. Ella es una cristiana que le sigue ciegamente, ella ha renunciado a su casa y a su familia, y está dispuesta a renunciar también a su religión
Los dos amantes han emprendido un largo camino. Se dirigen hacia costa y deben atravesar las escarpadas cumbres del norte palentino pasar cerca del Curavacas ven el hermoso lago. La quietud de sus aguas y su transparencia cristalina les sorprenden. El azul del cielo y las cumbres cortadas del Curavacas se reflejan en la superficie. El paisaje es ensoñador y se detienen a descansar un instante.
La doncella no puede por menos que inclinarse sobre las aguas para contemplar su belleza, ve reflejado su rostro y el del musulmán que la sigue. Entonces, de repente, una nube blanca parece salir del centro del pozo y se coloca sobre la superficie. Las aguas empiezan a oscurecerse y agitarse, el lago parece rugir embravecido. Todo ha sido repente Paralizados por la sorpresa no son capaces de alejarse. Una colosal serpiente surge entonces de lo más profundo y amenaza con tragarlos; a la vez que un ruido como de oleaje de mar enfurecido rodea toda la escena,
EI agua empieza a crecer y los va rodeando. Parece formarse un barro cenagoso. La joven, inmóvil hasta entonces, resbala y las aguas la arrastran hacia dentro. De lo mas profundo aparece la monstruosa serpiente saltando con furia.
El ruido se hace ensordecedor a la vez que el moro intenta desesperadamente salvarla. En Vidrieros y en todo el valle de Pineda se oyen sus gritos. Pero sus esfuerzos son vanos. Las aguas engullen el cuerpo mientras la serpiente se sumerge en el abismo. Todo ha sucedido rápidamente. Pasado el episodio, lentamente cambia la escena y vuelve la quietud anterior.
El moro llora postrado a la orilla del lago y durante horas repasa su vida, El trágico suceso le hace comprender que todo ha sido un castigo a la fe de la doncella que estaba dispuesta a renunciar a sus creencias cristianas por seguirle, Inicia, entonces, un largo camino: el del arrepentimiento por sus pecados y el de la meditación interior sobre la fe cristiana que había empezado a conocer de boca de su amante.
Poco tiempo después es bautizado y decide dedicar el resto de su vida a la penitencia, por lo que se retira a una cueva para vivir como anacoreta. No mucho después, muere sin dejar de pensar en el trágico fin de su compañera que reposa en el fondo del pozo.
Dicese que, desde entonces, en las más crudas noches de invierno se oye bramar al misterioso lago, a la vez que sus aguas se oscurecen, se agitan y el horrible abismo escupe las entrañas de los desgraciados allí ahogados. También se dice que está comunicado con el mar y que cuando hay allí tormenta, la horrible serpiente del fondo aparece nuevamente, como si desease capturar otra víctima y arrastrarla con ella a las profundidades marinas donde vive.
Ni en los Cardaños ni en Vidrieros hay nadie que desconozca esta leyenda. Porque todos saben del temible influjo del pozo Curavacas.
Laurenlino Ruesga Herreros : "Las Leyendas del lago Curavacas" en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses n" 68
Los dos amantes han emprendido un largo camino. Se dirigen hacia costa y deben atravesar las escarpadas cumbres del norte palentino pasar cerca del Curavacas ven el hermoso lago. La quietud de sus aguas y su transparencia cristalina les sorprenden. El azul del cielo y las cumbres cortadas del Curavacas se reflejan en la superficie. El paisaje es ensoñador y se detienen a descansar un instante.
La doncella no puede por menos que inclinarse sobre las aguas para contemplar su belleza, ve reflejado su rostro y el del musulmán que la sigue. Entonces, de repente, una nube blanca parece salir del centro del pozo y se coloca sobre la superficie. Las aguas empiezan a oscurecerse y agitarse, el lago parece rugir embravecido. Todo ha sido repente Paralizados por la sorpresa no son capaces de alejarse. Una colosal serpiente surge entonces de lo más profundo y amenaza con tragarlos; a la vez que un ruido como de oleaje de mar enfurecido rodea toda la escena,
EI agua empieza a crecer y los va rodeando. Parece formarse un barro cenagoso. La joven, inmóvil hasta entonces, resbala y las aguas la arrastran hacia dentro. De lo mas profundo aparece la monstruosa serpiente saltando con furia.
El ruido se hace ensordecedor a la vez que el moro intenta desesperadamente salvarla. En Vidrieros y en todo el valle de Pineda se oyen sus gritos. Pero sus esfuerzos son vanos. Las aguas engullen el cuerpo mientras la serpiente se sumerge en el abismo. Todo ha sucedido rápidamente. Pasado el episodio, lentamente cambia la escena y vuelve la quietud anterior.
El moro llora postrado a la orilla del lago y durante horas repasa su vida, El trágico suceso le hace comprender que todo ha sido un castigo a la fe de la doncella que estaba dispuesta a renunciar a sus creencias cristianas por seguirle, Inicia, entonces, un largo camino: el del arrepentimiento por sus pecados y el de la meditación interior sobre la fe cristiana que había empezado a conocer de boca de su amante.
Poco tiempo después es bautizado y decide dedicar el resto de su vida a la penitencia, por lo que se retira a una cueva para vivir como anacoreta. No mucho después, muere sin dejar de pensar en el trágico fin de su compañera que reposa en el fondo del pozo.
Dicese que, desde entonces, en las más crudas noches de invierno se oye bramar al misterioso lago, a la vez que sus aguas se oscurecen, se agitan y el horrible abismo escupe las entrañas de los desgraciados allí ahogados. También se dice que está comunicado con el mar y que cuando hay allí tormenta, la horrible serpiente del fondo aparece nuevamente, como si desease capturar otra víctima y arrastrarla con ella a las profundidades marinas donde vive.
Ni en los Cardaños ni en Vidrieros hay nadie que desconozca esta leyenda. Porque todos saben del temible influjo del pozo Curavacas.
Laurenlino Ruesga Herreros : "Las Leyendas del lago Curavacas" en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses n" 68
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