En la provincia de la Coruña, al pie de las tranquilas aguas del río Tambre y de la ría de Arosa, rodeada por los montes de Barbanza y majestuosamente asentada en un llano, se encuentra la entrañable villa de Noya, una de las pocas poblaciones de Galicia que todavía conserva su aspecto antiguo y sus viejas tradiciones.
Es difícil encontrar entre todas las aldeas y pueblos gallegos, una en la que no existan los más diversos mitos típicos del folklore y la cultura popular: desde la terrorífica Santa Compaña, un alma en pena condenada a vagar por los caminos, o los pálidos Mouros, traviesos duendes que habitan los castros, etc., pero entre ellas, en Noya es particularmente conocida una curiosa leyenda, en la cual se atribuye su fundación al patriarca Noé.
Desde siempre se ha considerado que los descendientes de Noé y su hijo Jafet ocuparon una zona geográfica comprendida entre el mar Negro y la Península Ibérica. Transcurridos 84 años después del Diluvio Universal, Thúbal, nieto de Noé tiene una hija llamada Noela que a su vez se casa con su propio hermano Galo Gafeto. Ambos deciden fundar una pequeña población en nombre del Patriarca, conocida como "Noia", en la cual el mismo Noé plantaría las primeras viñas.
Esta primera fundación está atribuida al desembarco de Noé, que según la singular tradición, el Arca se habría estancado en el monte de Barbanza o en el cercano monte Aro, ambos identificados con el bíblico Ararat, en cuyas cumbres según la Biblia se habría detenido Noé con su familia y los animales que llevaba.
Alrededor de ésta creencia popular nacería toda una tradición mitológica vinculando al Patriarca con la villa de Noya que se iría conservando con el paso de los años, siendo llevada a documentos oficiales y quedando incluso gravada en el escudo de la ciudad.
Este escudo tan peculiar, que sigue estando presente en muchas paredes del pueblo, así como en la puerta del Ayuntamiento o en cada una de las Iglesias, representa el Arca flotando sobre las aguas, y en lo alto una paloma portando sobre su pico el ramo de olivo que Noé habría enviado para averiguar el momento en que las aguas del diluvio comenzaron a descender de nivel.
Aunque se ignora exactamente el momento de su adopción oficial, el documento más antiguo que se ha encontrado representando al Arca, han sido unos sellos en tinta datados de 1586, deduciéndose que se usaba tal sello como oficial de las armas de la villa y su jurisdicción, siendo usado desde entonces de manera ininterrumpida hasta nuestros días.
Además de este escudo, se ha encontrado otro indicio también curioso relacionando el pueblo coruñés con la historia bíblica del diluvio. Se trata de un folleto impreso por un escribano del Ayuntamiento hacia el año 1800 en el cual se expone la fundación de la villa de Noya, manifestando que habría aparecido una lápida en la localidad, cuya traducción vendría a ser:
"En nombre de Dios. Amén. NOELA dedica a su hermano y marido GALO GAFETO rey de Finisterre esta memoria a honra de su segundo abuelo NOE y a este pueblo que para su descanso formaron en fin del río Tambar frente a la isla Cuerva Marina. Su señal sea el arca con que Dios defendió a su generación. Su nombre el de su hija NOBIN y el del Reino el de su Rey que descansa en paz."
Con este grabado se ha deducido que el río Tambar no es otro que el actual Tambre, y que Noela y su marido Galo habrían fundado la villa en memoria de su abuelo Noé.
Si bien el río Tambre y el monte Aro presentan una curiosa similitud con los bíblicos Ararat y Tambar, existen además en Noya y sus alrededores otros lugares cuyos nombres están relacionados con el Arca y el diluvio. Por un lado, el pueblo de "A Barquiña" (La Barquita), la "Peña del Arca", o un dolmen situado en el monte de Barbanza conocido como "El Arca de Barbanza".
(por Pili Abeijón)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
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