jueves, 3 de marzo de 2011

La Peña de Mirón - Trébago

Acerca de este monolito, se cuenta en Trébago una leyenda que, por sus características, es la que acusa reminiscencias y hechos más antiguos. en tiempos muy remotos, tal vez prehistóricos, habitaba en el poblado un hombre dotado de una habilidad y fuerza muscular extraordinarias. Es lógico que con tales atributos y considerando la época a que nos referimos, en la que imperaba la ley del más fuerte, despertase la admiración y el respeto entre sus convecinos, por lo que llegó a ser jefe de la comunidad, imponiendo su autoridad directiva sobre ella.

Pero es el caso que, provocados quizá por envidia, y con la intención de desacreditar al Hércules, comenzaron a circular entre los habitantes rumores de que el tío Sartén, que así se llamaba nuestro personaje, no tenía, ni mucho menos, la fuerza de que alardeaba, que era como cualquier otro de los hombres por él gobernados, y que por tanto no estaban justificados el respeto y la autoridad que se le otorgaban. Estas murmuraciones provocaron una honda división entre los habitantes del lugar, que se agruparon en dos bandos, defendiendo unos la efectividad muscular del tío Sartén y acatando, por tanto su autoridad, y otros negando todas sus facultades de poder físico, desconociendo, en consecuencia, su supremacía sobre los demás. siendo tan importante y de tanta trascendencia el asunto que se ventilaba, no tardaron en caldearse los ánimos hasta el punto que tal cuestión casi llega a resolverse por medio de las armas. Y así hubiera sucedido si el tío Sartén no hubiese tomado la drástica resolución de demostrar, definitivamente y para siempre, ante todos, que poseía los atributos en los cuales cimentaba su autoridad.

A tal efecto, convocó al pueblo para que, en determinado día, se reuniese en el paraje denominado Peña del Mirón, y que allí en presencia de todos, realizaría la proeza más grande de su vida, al poner en posición vertical, con la sola ayuda de sus fuerzas, una piedra de unos diez metros de largo por unos cuantos de ancho, que yacía horizontalmente en aquel lugar.


Llegó el día señalado, y ante el regocijo de sus partidarios y el asombro de sus detractores, hizo efectiva la hazaña de levantar por sí solo el enorme peñasco. El entusiasmo y respeto por el Hércules no tuvo límites, y hubiera seguido ejerciendo su mandato, ya sin disputa, a no ser que nada más terminar su proeza cayera exánime al pie mismo de la peña, que desde entonces se conoce como Peña del tío Sartén. sin duda, y debido al enorme esfuerzo, algún órgano interno se lesionó tan seriamente que le privó de la vida.

La consternación y el dolor por tan grande desgracia fueron enormes, y creyéndose el pueblo culpable de ella, y temiendo el castigo de su dioses paganos, sepultaron al tío Sartén al pie de la piedra que él levantara, siendo este paraje, a partir de entonces, lugar de culto y peregrinación en memoria del héroe.

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