Josep Martí i Susany, conocido por tio
Nel·lo, está considerado el último pescador de la playa de Can Tunis de Barcelona. Había nacido en 1892 en la playa de Hospitalet, la zona del río Llobregat más cercana a la playa en la que sus padres se habían establecido hacia 1875.
En 1949 fué protagonista de un episodio de resistencia a la construcción de la Zona Franca. No hay muchos datos acerca de cuantos pescadores faenaban en la zona por esa época. Tres años antes eran cerca de 200 pero el número había ido en retroceso desde que se iniciaron las obras del puerto y cambió el paisaje y empezó a escasear la pesca.
La resistencia del tío Nel-lo tuvo su punto álgido cuando el consorcio de la Zona Franca le exigió que abandonase su vivienda y él se negó.
El día señalado se presentó el oficial del juzgado acompañado de la guardia civil y de un camión para trasladar los enseres del pescador. Para entonces la noticia ya había circulado por el barrio y ante la casa se aglomeraron las mujeres del barrio y hasta los párrocos de la iglesia.
“Puesto en manos del juez, cuando llegó por parte judicial la orden traída por el oficial del juzgado acompañado de la guardia civil y un camión para hacer el traslado de muebles, ya había pasado por el barrio el rumor de que aquel día se presentarían.
La guardia civil les ordenó que se fueran y amenazó con abrir fuego. Los curas y las mujeres se postraron de rodillas y empezaron a rezar. Mossén Josep Ricard empezó a hacer gestiones y fue pasando el tiempo hasta que se hizo de noche. Existe una ley que dice que no se puede deshauciar a nadie de noche por lo que la expulsión no se consumó, por lo menos en esa ocasión.
En 1949 fué protagonista de un episodio de resistencia a la construcción de la Zona Franca. No hay muchos datos acerca de cuantos pescadores faenaban en la zona por esa época. Tres años antes eran cerca de 200 pero el número había ido en retroceso desde que se iniciaron las obras del puerto y cambió el paisaje y empezó a escasear la pesca.
La resistencia del tío Nel-lo tuvo su punto álgido cuando el consorcio de la Zona Franca le exigió que abandonase su vivienda y él se negó.
El día señalado se presentó el oficial del juzgado acompañado de la guardia civil y de un camión para trasladar los enseres del pescador. Para entonces la noticia ya había circulado por el barrio y ante la casa se aglomeraron las mujeres del barrio y hasta los párrocos de la iglesia.
“Puesto en manos del juez, cuando llegó por parte judicial la orden traída por el oficial del juzgado acompañado de la guardia civil y un camión para hacer el traslado de muebles, ya había pasado por el barrio el rumor de que aquel día se presentarían.
La guardia civil les ordenó que se fueran y amenazó con abrir fuego. Los curas y las mujeres se postraron de rodillas y empezaron a rezar. Mossén Josep Ricard empezó a hacer gestiones y fue pasando el tiempo hasta que se hizo de noche. Existe una ley que dice que no se puede deshauciar a nadie de noche por lo que la expulsión no se consumó, por lo menos en esa ocasión.
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