A veces los niños y jóvenes cántabros tienen un color pálido, como si algo les hubiese sentado mal o como si estuviesen enfermos, pero no es ninguna enfermedad la que causa sus males, es la Guajona que en algunos sitios llaman Lamia.
Es una vieja delgada y siniestra, tapada de la cabeza a los pies por un manto negro. Lo único que muestra son las manos, renegridas y sarmentosas, lo pies, que en realidad son patas de ave, y la cara, una cara amarilla, rugosa, consumida, sembrada de pelos y verrugas, con unos ojos diminutos, brillantes como estrellas, nariz aguileña y labios delgados y descoloridos, y en la boca, un único diente, negro y enorme como un puñal, pues le llega hasta debajo de la barbilla.La Guajona no vive de día y nadie sabe donde se mete, aunque algunos creen que se esconde bajo tierra. Cuando llega la noche, sale confundiéndose entre las sombras. Entra en las casas sin hacer ruido, se acerca a los niños y jóvenes sanos cuando están durmiendo y les clava ese diente largo y afilado, les bebe la sangre y los deja descoloridos.
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
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