Cerca del pueblo de Beteta, al noreste de la provincia de Cuenca, nos encontramos ante uno de los pocos bosques espontáneos de tilos (no plantados por el hombre) de la Península. Una senda recorre una de las repisas que discurre a lo largo del farallón socavado por el río Guadiela y nos regala un paisaje esculpido por los caprichos de la roca, la sombra de los tilos y no pocos manchones de enebros y sabinas.
El Mundo
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