Antón Ercoreca relata una curiosa tradición que afecta a los gentiles. La reproduzco tomada a mi vez de Juan G. Atienza.
Un gentil que vivia en la cueva de Muskia (Ataun) se apoderó de un cristiano; para que éste no se apartara de alli, púsole en un dedo de la mano una misteriosa sortija que continuamente decia a gritos: "Aquí estoy, aquí estoy".
Una vez se ocultó dicho cristiano entre las pieles de las ovejas que el gentil tenia amontonadas. Sin duda pareció al gentil un tanto lejana la voz de la sortija, y púsose a pensar si procedería de fuera.
Abrió la puerta y salió de la cueva, momento que aprovechó el cristiano, para librarse del montón de pieles que le cubría y darse a una precipitada fuga, y en un instante se alejó de allí. El gentil oyó la voz de la sortija y corrió tras ella. El cristiano desesperó de su salvación pero se le ocurrió cortarse el dedo con una piedra y lanzarlo con la sortija al rio de Mikolde.
Cuando el gentil llegó detrás de él hasta Mikolde oyó la voz que salía del pozo, y creyendo que dentro estaría el cristiano, se lanzó a él y allí murió ahogado.
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