martes, 11 de mayo de 2010

Origen de la Familia Meneses


El obispo Don Tello Téllez de Meneses fue famoso en la Palencia del siglo XIII.por su sabiduría y su valor. Sobre el origen de su familia se cuenta la siguiente historia:

Había hace cientos de años un rey de León que tenía una hija muy hermosa. Cuando la princesa cumplió los 18 años el rey la llamó y le dijo:

- Querida Clara, hasta ahora has sido la alegría de mis días, pero ha llegado el tiempo de casarte y he decidido conceder tu mano al conde Ordoño. Me llena de tristeza pensar que vas a separarte de mí, pero, a cambio, sé que vas a hacer un buen matrimonio.

- Pero, señor, dijo Clara, el conde vive muy lejos, apenas podré veros, y además no me gusta, es gordo y violento y no creo que me ame.

- Una joven debe obedecer a su padre en estos casos. He dado mi palabra al conde, ¡no se hable más del asunto!

El monarca salió enfurecido y sus pisadas sonaron con fuerza sobre el suelo de piedra. Clara se marchó a sus habitaciones pensando en lo injusto que era el que los padres eligieran los maridos para sus hijas.

Estaba tan enfadada que apenas pudo dormir esa noche. Al amanecer había tomado una arriesgada decisión: se marcharía del castillo antes de que el conde Ordoño viniese a buscarla para casarse con ella. De cualquier forma, iba a tener que separarse de su padre y de sus amigos, así que prefería escapar a tener que casarse con aquel hombre horrible.

Al preparar su marcha, Clara comprendió que si tenía que irse sola más valía que no dijese a nadie que era una princesa. Buscó en las cocinas del castillo, aquí y allá, hasta que tuvo lo necesario para vestirse de aldeana.

Y una noche, cuando apenas faltaba una semana para el día de su boda con el conde, la princesita salió, sin que nadie la viera, por una puerta secreta del castillo; se alejó valientemente caminando hacia el sur.

Al verla nadie hubiera imaginado quién era. Iba vestida con las ropas humildes de las aldeanas y en su hatillo había metido algunas cosas para comer durante su viaje. De todas sus antiguas pertenencias sólo había conservado el anillo de oro que su padre le regalara al cumplir 15 años.

Recorrió caminos y pueblos, y llegó a un lugar llamado Meneses de Campos. Vivía allí un labrador que se llamaba Tello y tenía una hermosa casa de piedra y muchas tierras en las que cultivaba trigo. Clara pidió trabajo en esta casa honrada, explicó que se había quedado huérfana y fue admitida enseguida.

La princesa tuvo que aprender a trabajar y esto no siempre le fue fácil, pero ella era alegre y decidida, así que se ganó en poco tiempo el aprecio de todas las gentes de Meneses.

Tello se enamoró de aquella joven tan especial, y lo mismo le ocurrió a Clara, de modo que, pasado un tiempo, se casaron.

Habían transcurrido los años y una tarde apareció en Meneses el rey de León. Se había perdido yendo de caza y buscaba refugio para pasar la noche a la espera de que sus hombres lo encontrasen.
Los habitantes de Meneses llevaron al rey a casa de Tello porque era la mejor del pueblo y les parecía la más adecuada para tan importante personaje.

El rey fue recibido por Tello con respeto y sencillez. Al sentarse a cenar se sorprendió al ver que le servían una "malasada" que era una clase de tortilla que a él le gustaba mucho, pero su sorpresa fue mayor cuando, dentro de la tortilla, encontró el anillo que había regalado a su hija Clara por su cumpleaños.

Hacía ya mucho tiempo que el rey se había resignado a creer que había perdido para siempre a su hija querida. A veces se había arrepentido de su dureza con ella, y ahora, al encontrar aquel anillo, el buen rey sintió que la esperanza volvía a nacer en su corazón. Con la voz entrecortada por la emoción pidió que trajeran a su presencia a la persona que había preparado su cena. Apareció Clara sonriendo en la puerta de la habitación y su padre la reconoció al instante.
Después de los abrazos vinieron las explicaciones. Clara contó a todos los presentes lo que le había sucedido desde la noche en que salió de su castillo, y así supo Tello que se había casado con una princesa.

El rey no tuvo más remedio que reconocer que Clara había heredado su carácter resuelto y su presencia de ánimo, y decidió que debía perdonarla, ya que no está mal que los hijos se parezcan a sus padres.

Concedió a Tello el señorío de la villa de Meneses como premio a su honradez y, a partir de aquel día, Clara y su marido fueron aún más felices de lo que habían sido hasta entonces.

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