Hombres y mujeres alfombran las calles de romero para que pase la procesión y, como todo está silencioso, se oye el manar del agua en las abundantes fuentes.
Desde muy temprano empiezan a preparar a los llamados hombres de musgo. Este manto verde lo han recogido un mes antes en el dehesa de la Candelaria, donde dicen que si halla el mejor, lo han dejado secar y luego han sulfatado para que no tenga bichos. Cada vez llueve menos, crece poco, y hay que ir más lejos a buscarlo .
Vestirlos de verde es todo un arte. El que lo hace se llama Santiago y lleva unos veinte años encargado de esta tarea. Antes se vestían dos, pero ahora el número es de seis. Suelen ser siempre los mismos: Santiago “el Pica”, José “el Gache”, Víctor “el Marinero”, Luis “el Faraón”, Lázaro y Pedro. Uno de los jóvenes dice que esto se hace por costumbre y devoción, pero “el Pica” sostiene que es por las cinco o seis mil pesetas que les paga el Ayuntamiento. Mitad y mitad, La verdad es que los tres mayores son unos personajes curiosos y que tienen fama de juerguistas.
Lo cierto es que la historia resulta interesante y aún más contada por ellos. Al parecer, estaban los árabes en Béjar contentos porque nadie podía entrar, y los asaltantes cristianos tras vanos intentos, decidieron disfrazarse con musgo igual al que cubría las murallas. De esta forma pudieron acercarse y conquistar la ciudad. Aunque no se ponen de acuerdo con el siglo, lo que sí saben es que fue el día de Santa Marina,
La romería de la Peña de la Cruz se celebra precisamente en conmemoración de esta gesta, desde el siglo XIII, y tiene lugar el Martes do Pentecostés; pero los hombres de musgo sólo salen el día del Corpus (ahora con el cambio se ha pasado al domingo).
Las murallas de la ciudad son de origen musulmán.
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