miércoles, 25 de octubre de 2017

Sabinar de Crémenes

En épocas pasadas de climatologías más frías, los sabinares cantábricos ocupaban un territorio mucho mayor, haciendo acto de presencia en todos los valles del sur de la cordillera. En la actualidad, con el cambio climático hacia temperaturas más cálidas, las sabinas han tenido que refugiarse en áreas donde robles, quejigos, encinas, y en menor medida hayas, no les molesten. Por eso aparecen estos sabinares sobre roquedos calizos, con poco suelo y en pendientes muy pronunciadas, totalmente inadecuados para las frondosas, y donde el sol calienta tanto la roca de día como esta se enfría durante la noche, limitando las especies vegetales que pueden medrar en suelos de tales características.
Los coquetos y exclusivos sabinares de Crémenes y Las Salas constituyen los ejemplos más sorprendentes de los sabinares cantábricos enclavados en zonas soleadas y aisladas de la vertiente meridional de la Cordillera, y no sólo por convivir con las enormes masas boscosas que habitan a su alrededor, sino por la utilización del medio físico como instrumento de perpetuación de una especie sumergida en un ambiente más propicio para otras formaciones boscosas, especialmente quejigos y melojos. Esta extraña singularidad constituye el principal atractivo de estos afloramientos de sabinas albares sobre acumulaciones de rocas calizas rodeadas de pastos, robledales y enormes montañas grises en el norte de la provincia de León. Los sabinares del norte de León, y en general todos los bosques de sabinas, son muy propicios para el pastoreo extensivo que se desarrolla en la zona. La estructura del sabinar, abierto, sin apenas mantenimiento y con tallos siempre verdes durante todo el año, hace de los sabinares bosques ideales para fines ganaderos. En invierno, cuando el resto de los pastos al aire libre están cubiertos de nieve, los brotes de las sabinas son un bocado de lujo para alimentar a cabras y ovejas, pero hay que tener cuidado, pues como bien saben los pastores, no todos los ejemplares de sabina albar son comestibles para el ganado. 
Hay sabinas dulces y amargas, y de las dulces únicamente sirven las ramas altas de los árboles adultos, que corta a mano el pastor para dárselas a sus rebaños. En la actualidad, con la llegada de los piensos compuestos a los corrales y establos de los ganaderos, la sabina sufre menos el efecto del pastoreo en sus ramas y tallos, y como su exigente madera tampoco la trabajan ya los carpinteros de la zona, porque realmente no quedan carpinteros artesanales, parece que se presenta un buen futuro para estos seres vegetales que viven en silencio en sus rocosas montañas particulares desde hace cientos de años.

(Juan José Alonso)

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