Pero surgen otros nuevos establecimientos, exquisitos à la page, como el Fornos. Acudir a este restaurante es una señal de esnobismo, de estar al día. Veamos qué nos ofrece el Fornos, el café de más relumbre del Madrid finisecular. Acaba de comenzar a servir almuerzos y cenas con el final de siglo. El 17 de abril de 1898 proponía, en El Liberal, el siguiente menú:
Potage
bisque d'écrevisse.
Filets
de soles au vin blanc.
Poules
sautés a la Valenciénne.
Contrefilets
aux pommes nouvelles.
Laitues
braisées.
Poudine
au Savayon, Petites caises de Chantitty.
El burgués satisfecho y bien cenado puede visitar el Salón Japonés en la madrileña calle de
Alcalá. Un lote de muchachas esculturales, apenas vestidas con tules
transparentes, encandilan, en 1900, a un público de estudiantes, viejos verdes,
juerguistas y mozos rijosos. La vedette del espectáculo, cuyo título “El Pacha
Bumbún y su harén” no tiene desperdicio, es Consuelo Bello, “La Fornarina”
que se presenta sin más indumento que su inocencia en una enorme bandeja de
plata, portada por cuatro fornidos negros interinos, limpiabotas profesionales.
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