“Pues yo sé lo que tengo que hacer”, respondió ella.
“Señora, - dijo Cortina -, si vuestra Majestad me envía alguna alhaja, me voy a ver obligado a cometer un acto de descortesía”.
“¿Aceptarías mi retrato?”
“Sí. Señora; pero sin marco”
Poco tiempo después recibió Cortina un magnífico óleo de medio cuerpo, en que aparecía Isabel sin pendientes, pulseras, sortijas ni joya alguna. En la carta de remisión decía la reina: “Y para que no te ofendas, ni pintadas te envío alhajas”.
(según Carlos Fisas)
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