Concluidos los oficios, el galán, dice Fernández de los Ríos, llevaba la palma ya bendita á casa de su dama, y la colocaba en el balcón o en la reja de citas, atándola con cintas de seda encamada, negra, verde y blanca, para facilitar al transeúnte la relación del estado de su amor oculto, por el abecedario de las cintas.
El Miércoles Santo se paseaba por las lonjas de loa templos, con reconcomios místicos tan desleídos, que edificaban de santo ardor a los tibios. Las damas llevaban este día matracas, como hasta hace poco los niños, de maderas escogidas, regaladas por los lindos y talladas con jeroglíficos alusivos a la pasión de Jesús, conjuntamente con los de la suya propia,
El jueves santo no era día de ayuno sino de gula. Las puertas de las iglesias se poblaban de confiterías ambulantes, despachos de vino y de pan, buñolerías, sardinas fritas y empanadas de ternera. En las tribunas de los caballeros, y en las sacristías, se aderezaban suntuosas mesas, que se llamaban Colaciones, en las cuales bebían los que salían de velar al Santísimo, y se entregaban á repugnantes orgías.
El escándalo ha llegado
En España a tal aumento,
Que en banquete descarado
Se convierte al monumento
De Cristo Sacramentado .
(Andrés
G. Riverano)
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