El baile popular típico del castizo de finales del siglo
XVIII y gran parte del XIX fue el Bolero. Ha sido el bolero baile de gran éxito
en todas las regiones de España, hasta el punto de que a finales del del siglo XIX se acostumbra terminar las
funciones de teatro «con el baile nacional», que consistía en un bolero bailado
por varias parejas. Este baile es derivación del fandango y, quizás, de las seguidillas.
De él dice Curt Sades en su “Historia Universal de la Danza” “ la violencia del fandango se transforma
ahora en suave halago; es el triunfo de la ternura”. La parte principal la
tiene la mujer, con sus movimientos más expresivos y apasionados que los del
hombre; éste la corresponde más sosegadamente y le sirve de contrapunto
mientras los pies de la mujer no están ni un momento en reposo".
Consta de tres partes: el paseo, las coplas y el desplante.
Las coplas se dividen cada una en tres estribillos, en cuyos intermedios se
hacen mudanzas o paradas entre los bailadores y al final de cada copla, se hace
una parada desplante. El primer estribillo, llamado paseo, sólo sirve para
lucir la gallardía y el braceo de cada bailarín al andar así como en las
«paradas» o «desplantes» del baile que ha de adoptar la pareja igualmente una
postura altiva y graciosa, que suele ser jaleada por el público con el típico
«¡Bien parado!» con que también se jalean las seguidillas.
Su compás es ternario, el movimiento de danza es andante
y allegro, y se acompaña de guitarra, tamboril o castañuelas, según regiones.
Tuvo éxito entre los grandes músicos modernos: Chopin,
Weber, Berlioz, Verdi pusieron boleros antes que Ravel el de 1928.
Tambíén se bailaron mucho en Madrid las seguidillas, el
fandango y la jota.
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