Desde finales del siglo XVIII comienza a imponerse la idea de que una mala higiene permite una mayor proliferación de las enfermedades. Hasta ese momento, la higiene, había formado parte junto con la medicina legal, de la llamada medicina pública.
En el siglo XIX se refunda como ciencia profiláctica y disciplina médica independiente para combatir enfermedades tan urbanas como la fiebre amarilla o el cólera- morbo. Es el momento en que las autoridades toman conciencia de los problemas que acarrea la falta de higiene y apuestan por la prevención.
Las grandes ciudades como Madrid empiezan a invertir en alcantarillados llegando el agua corriente a barrios e incluso casas vecinales. El ensanche urbanístico de Castro favorece, en este contexto, el levantamiento de calles, acometidas de aguas y la planificación cuidadosa de los flujos subterráneos de aguas limpias y sucias.
Cecilia Casas, autora de este interesante artículo, nos cuenta cómo era la higiene en el cambio de siglo, el proceso de transformación que pasó de la tradición a la modernidad, cuáles eran los hábitos a la hora de bañarse, los cosméticos y los objetos del tocador
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
jueves, 15 de enero de 2015
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