Después hubo otras fuentes de agua, más o menos «gorda», alimentadas por «viajes de agua», captaciones de manantiales por minas ahondadas en términos de Fuencarral y a varios kilómetros de Chamartín de la Rosa. Los «viajes» entraban en la Villa por el Norte y llegaban al «techo de Madrid» (Cuatro Caminos) para bifurcarse en dos canales a la altura de la Glorieta de la Iglesia. Uno iba por la calle Fuencarral hacia la Puerta del Sol y otro hacia San Bernardo y la zona occidental del casco histórico.
Estas aguas alimentaban las fuentes inmortalizadas por Galdós: los Delfines, Pontejos, Cabestreros, las Descalzas, el Rastro, la Fuentecilla, hasta 77, de las que abastecían a Madrid más de 900 aguadores de cuba y pelliza, que llevaban agua a domicilio a precios convencionales.
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