lunes, 16 de marzo de 2015

Historia de las torrijas

Hincarle el diente a uno de los dulces más característicos de la Semana Santa está más que admitido, pero mejor saber antes a qué se debe la existencia de esta bomba calórica. Comer con un poco de historia. El nombre más común que reciben es el de torrija, pero se puede hacer mención a ellas con el nombre de tostadas o torrejas. 
Aunque puedan prepararse durante todo el año y en algunas pastelerías sea muy fácil encontrarlas en cualquier época, son dulces tradicionales de la Cuaresma y Semana Santa. Pero su historia va más allá y encuentra su origen en el siglo XV y con una costumbre que dista mucho de festividad como la que se avecina. 
Estos dulces hechos a base de rebanadas de pan duro bañadas en almíbar, leche, vino e incluso ya recubiertas de chocolate, eran cocinadas en un origen para aliviar el dolor de las parturientas al dar a luz. Así, el primer atisbo de ellas en recetas se dio en 1600. 
Las rebanadas de pan eran pequeñas y poco a poco fueron adquiriendo otra utilidad; esta vez ya más cercanas a la hostelería. Se servían como aperitivo de una copa de vino. 
El salto a convertirse en una tradición española en Cuaresma y Semana Santa no se sabe muy bien por qué se dio, pero puede estar relacionado con la necesidad de aprovechar todo el pan duro que sobraba tras las comidas. 
La costumbre inicial es española, pero debido al turismo que recibe este país, debido sobre todo en estas fechas con motivo de las procesiones, ha conseguido traspasar las fronteras y llegar a asentarse en otras versiones como Francia, Portugal y países Latinoamericanos. 
Ahora lo importante es hacerse con la receta de las torrijas y no dejar de cocinar (y comer) durante toda esta semana y la que viene. 

(Esquire)

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