Pero
la auténtica pasión de Servet fue la religión. En una Europa agitada por las
múltiples corrientes protestantes que siguieron a la rebelión de Lutero en
1517, Servet se sumó a los que demandaban una renovación total de la Iglesia y
rechazaban el dominio de la jerarquía papal. Demasiado impetuoso, Servet
discutió con teólogos que lo acusaron de blasfemo, por lo que decidió
trasladarse a tierras protestantes, primero a Basilea y luego a Estrasburgo.
En
esas ciudades publicó "Sobre los errores
de la Trinidad" y "Dos diálogos sobre
la Trinidad". En ambas obras refutaba el dogma católico de las tres personas
de Dios. El antitrinitarismo era considerado una herejía, tanto por católicos
como por protestantes, por lo que se vio obligado a huir. Fue incluido por las
autoridades de Toulouse en una lista de 40 herejes a los que había que atrapar.
Servet entonces adoptó una nueva identidad y decidió llevar una vida discreta.
En
1540, Servet se instaló en Vienne, donde ejerció como médico durante 12 años.
Se convirtió en un ciudadano respetable, pero nunca dejó de meditar sobre temas
religiosos, y en particular sobre la cuestión de la Trinidad, por lo que en
1552 escribió un nuevo libro, Restitución
del cristianismo, aunque esta vez tomó precauciones: hizo imprimir el libro
de forma clandestina y lo firmó sólo con sus iniciales.
Al
cabo de unos meses, un tal Guillaume de Trie escribió a un primo suyo de Lyon
contándole las herejías que contenía el libro y revelándole que el autor era el
médico de Vienne. De inmediato, Servet fue arrestado por la Inquisición. En
realidad, la denuncia salió de Juan Calvino, que había mantenido
correspondencia con Servet sobre teología y que lo consideraba un hereje
incorregible.
Servet
permaneció tres semanas en prisión fugándose el 7 de abril de 1553. Tenía la
intención de huir a Italia, pero al pasar por Ginebra cometió la imprudencia de
asistir al sermón que daba Calvino en la catedral. Fue reconocido por unos
calvinistas de la zona de Lyon, que lo denunciaron a las autoridades. Fue arrestado
cuando volvía a su hostal.
Servet
fue interrogado y mantuvo en todo momento una actitud
orgullosa y desafiante. Finalmente, el 26 de octubre de 1553 fue condenado a
muerte por dos cargos: sus ideas contra la Trinidad y su oposición al bautismo
infantil. Al día siguiente fue quemado vivo en una colina a las afueras de
Ginebra.
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