«El que quiera saber...»
La fachada plateresca de la Universidad atrae a tantos turistas con el reclamo de una rana sobre un cráneo desnudo, con un interior de increíbles artesonados mudéjares, con su escalera rebosante de figuras simbólicas, su soberbia biblioteca, con más de 40.000 volúmenes, su antigua capilla con los restos de fray Luis, su patio central con la sequoya gigante que asoma por arriba de las techumbres, su «aula de fray Luis», que conserva los pupitres del siglo XVI, su Paraninfo, su órgano del siglo XVII...
La fundó en 1218 Alfonso IX de León, padre de san Fernando. Alfonso XI la emancipó del obispo salmantino y la hizo «pontificia». El rector era el Papa. Llegó a contar en el siglo XVI con cerca de 10.000 estudiantes. De aquí nació el célebre dicho: «El que quiera saber, que vaya a Salamanca».
Salamanca es conocida como la ciudad del Tormes, por su río, que inmortalizó el anónimo autor del Lazarillo y al que han cantado Lope, Garcilaso, fray Luis, Juan de la Encina, Cervantes, Góngora, Espinel y, más cercanamente, Unamuno. «Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, en una aceña de la molienda del río», comienza su historia el Lazarillo. Un río pequeño, como Salamanca, que la literatura ha llevado a todo el mundo.
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
domingo, 28 de febrero de 2016
La Universidad de Salamanca
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