Antes de cubrirla hubo que eliminar las locomotoras de carbón y sustituirlas por otras eléctricas. La cobertura empezó en enero de 1957 y el Ayuntamiento la comenzó por el cruce de la calle de Aragó con la avenida de Roma.
El acuerdo para soterrar el tren fue todo un acontecimiento en la ciudad. En El Correo Catalán del 3 de octubre de 1955 se podía leer: "Acuerdo por el que se remite a las Cortes un proyecto de ley sobre concesión al Ayuntamiento de Barcelona de un ferrocarril subterráneo (metropolitano) desde las inmediaciones de la estación de Sans hasta la avenida de San Ramon Nonato, en Coll-Blanch".
El Gobierno se planteó desplazar a la plaza de Letamendi el apeadero del paseo de Gràcia
El mismo día, el diario del Movimiento, Solidaridad (la Soli), decía: "El ministro de Obras Públicas informó sobre las obras de electrificación que permitirán en breve plazo cubrir la zanja de la calle de Aragón". Dos días después, el 5 de octubre, El Correo Catalán celebraba así la noticia: "Ya no será problema la cobertura de la calle de Aragón y podrá el Ayuntamiento llevarla a cabo en cuanto estime oportuno". El ministro de Obras Públicas, Fernando De Tangil, declaraba a la prensa que en la primavera estaría lista la electrificación del trayecto entre Barcelona y Sant Vicenç de Calders.
También el 5 de octubre la Soli reproducía unas declaraciones del ministro de Obras Públicas que hoy provocan, como mínimo, una sonrisa: "Me ha sido sugerida", decía, "la conveniencia de desplazar los apeaderos del paseo de Gràcia y Via Layetana a la plaza de Letamendi, medida que en principio me parece muy oportuna (...) porque en dicha plaza el espacio es amplio, es un lugar de poca circulación y permite el aparcamiento de automóviles". Aquella idea quedó para el olvido. Nada de eso se hizo.
La dictadura hizo esos días una exhibición en Cataluña. Franco había llegado a Barcelona el 28 de septiembre. Estuvo dos semanas en Cataluña y realizó, entre otras visitas, una a la entonces recién abierta planta de Seat en la Zona Franca.
Mucha gente con más de 50 años se acuerda de la zanja. Ángel Martínez, hoy jubilado, tenía una pollería en el número 303 de la calle de Aragó y no recuerda el humo que echaban las locomotoras, pero sí que levantaron la calle para las obras. Otra persona que lo recuerda es Jesús, que vive desde hace más de medio siglo en la calle de Mallorca y que acostumbraba a pasear por la de Aragó en la década de 1950 y comprar, como ahora, en el mercado de la Concepció.
(El País)
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