Su irregular trazado arranca de la antigua disposición marcada por los viejos caminos, pero sus actuales alineaciones, cerrando el espacio del mediodía o manteniendo un acusado distanciamiento en el lado este, se comenzaron a edificar cuando se levantó el monumental colegio y se fueron completando con la actividad mercantil.
Y es éste con su prolongada fachada, que rebasa los cien metros, el que se presenta como indiscutible protagonista ante un gran espacio cuya disposición, alejada del núcleo histórico, le ha permitido mantener hasta nuestros días un cierto aspecto rural.
En el centro, su amplia superficie se ocupa con las típicas plantaciones de árboles, restos de una vieja alameda —señalada en el plano de Coello—, un abrevadero, muy propio del recinto ferial, y áreas de esparcimiento —bailes, juegos, parque infantil— de reciente creación.
En su contorno, frente al volumen dominante del colegio, las distintas alineaciones de edificación doméstica —en su mayor parte decimonónicas— conservan caracteres populares con algunas muestras de buenos corredores de madera de largas bandas cuya disposición horizontal es característica local.
Tan sólo unas tiendas con elementos renacentistas —de difícil justificación a menos que se trate de construcciones posteriores con material aprovechado— y el singular edificio situado en el arranque de la carretera de Guillade destacan por su sugestiva y cuidada composición.
(La plaza en la ciudad)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
miércoles, 13 de julio de 2016
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