A la cascada podemos acceder por dos lugares diferentes. Bajando un pequeño y empinado sendero que nos conduce desde la carretera nacional directamente al río o bien, la más aconsejable, coger un desvío 1 km más atrás en dirección Caldas, que nos llevará por una pequeña carretera debajo del nuevo puente de la nacional N-550, la cual nos dejará en un pequeño pueblo. Una vez allí, andando seguiremos el sendero río arriba, que nos llevará por los preciosos molinos de agua reconstruidos por particulares para su disfrute. Un poco más arriba nos encontramos con los restos de la fábrica de luz. Está, fue construida a comienzos de siglo, concretamente en el año 1900. Su actividad duró más de 50 años, y hasta los años veinte mantuvo con electricidad a toda la comarca. Después de haber pasado por manos de dos compañías, al final perteneció a Fenosa, quién la cerró en 1955.
A su lado podremos ver sobre una superficie rocosa el salto que el Umia hace para salvar este desnivel. Una gran rampa de roca que se eleva unos 30 m. En verano estas aguas más calmas dejan paso a grandes y pequeñas pozas que nos invitarán a darnos un chapuzón. Actualmente el caudal está regulado por una presa construida hace pocos años que aunque haya roto el cauce y el recorrido natural del río, ha valido para detener las penosas inundaciones que sufría la población de Caldas un invierno tras otro. Muy cerca encontraremos el puente de Segade, de orígenes romanos y posterior reconstrucción del siglo XVIII.
(Galicia Máxica)
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