Una imagen sorprendente obliga a alzar la mirada a quienes recorren las orillas del río Gállego por la pequeña carretera A-132. Unas gigantescas peñas aisladas y de paredes verticales que parecen mazorcas de maíz empequeñecen el paisaje. Son los Mallos de Riglos, curiosas formaciones de gravas cementadas, producto de la erosión sobre las morrenas de los glaciares que bajaban del Pirineo.
Los Mallos de Riglos han sido la escuela de generaciones enteras de escaladores españoles. La tranquilidad de sus 66 habitantes contrasta con el continuo ir y venir de escaladores de todo tipo y edad ataviados con ropas de colores, cuerdas y mosquetones. Las paredes de los mallos, de absoluta verticalidad, parecen desprender fuego cuando el sol se pone sobre ellas.
(El País)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
sábado, 23 de junio de 2018
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