En aquellos tiempos de la Baja Edad Media se seguía negociando con las viejas monedas impuestas en tiempos de Carlomagno, es decir, se pagaba con libras, sueldos y dineros aunque la libra no era una unidad física. Esta se dividía en veinte sueldos, fraccionados a su vez en doce dineros y cada dinero en dos óbolos. Estas eran las monedas que corrían por los reinos hispanos que en algunos casos podían variar durante un periodo determinado. Así, por ejemplo, en Navarra, en tiempos de Sancho VI el Sabio (1150-1194), padre de Sancho el Fuerte, se acuñaron dineros y óbolos que fueron bautizados con los nombres de "sanchetes" y circularon por el reino hasta el siglo xiv. momento en que fueron sustituidos por los "carlines" coincidiendo con el mandato de Carlos II el Malo (1349-1387). Tanto unos como otros estaban fabricados con una aleación de cobre y plata llamada vellón.
En cambio, en la Corona de Aragón, dentro del mismo sistema monetario, se acuñaron dineros y óbolos procedentes de Jaca y Barcelona como prueba de las dos unidades sociales e históricas del reino. En la España musulmana la unidad monetaria era el diñar, acuñada en oro, dividido en diez monedas de plata llamadas "dirhames". Los dinares que pusieron en circulación los almorávides en el siglo XII se extendieron por toda España y fueron conocidos como morabetís, marabetinos o maravedís, el nombre más familiar. Los almohades introdujeron después una moneda de menor valor que el dinar llamado "dinarín"; más tarde se acuñaron las doblas, equivalentes a dos dinarines, que se fraccionaban en monedas de media dobla o mazmudinas. En tiempos de Alfonso VIII se acuñaron monedas de oro similares a las del mundo musulmán.
(Javier Leralta)
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