Las leyendas en torno al origen de la estatua que hoy preside una de las capillas más importantes de la catedral de Almería son muchas; aunque, sin duda, la más célebre y
aceptada es la que sitúa su aparición en 1489, tiempo después de la conquista cristiana de la ciudad.
Según se cuenta, una familia de cristianos viejos fue a vivir a la casa de una familia morisca expulsada durante la Reconquista, y tras haberse instalado en ella, comenzaron a escuchar una voz lejana y queda que repetía constantemente su mensaje: “¡Escucha!”
Asustados por el fenómeno, abandonaron la casa, en la que se instaló una nueva familia que vivió la misma experiencia. De acuerdo con la leyenda, esta segunda familia quiso saber de dónde venía aquella voz, así que picaron las paredes hasta que encontraron la figura de este Cristo, emparedado y repitiendo el mensaje.
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