Las montañas de la sierra de Aracena forman parte del macizo más occidental de Sierra Morena, sus relieves calcáreos son más suaves y ondulados que los de la zona central y oriental en las provincias de Córdoba y Jaén, y el paisaje está marcado por oleadas de alcornoques y encinas. En las zonas donde el monte mediterráneo no se encuentra adehesado aparecen manchas de acebuches, madroños, jaras y abundantes labiadas, pero el auténtico encanto del paisaje de la sierra de Aracena son las vastas dehesas iluminadas de colores uniformes e inmaculados. Vestidos de savia reseca por el sol, los alcornoques descortezados son la marca de identidad de la sierra, el rojo el color de su indumentaria y los verdosos reflejos de sus copas las líneas luminosas que perfilan sus cielos.
En la sierra de Aracena hay carreteras y caminos que llegan a todas partes porque sus relieves son dóciles y se dejan recorrer. Algunos suben a collados fantásticos con vistas excelentes de las montañas donde se secan los jamones y embutidos más internacionales de España; una visión casi exclusiva de las sierras y los montes de Sierra Morena durante la otoñada es la imagen de las piaras de cerdos hociqueando y gruñendo libremente por las rañas de encinas alimentando sus grasientos cuerpos para terminar, al final del año, convertidos en los productos que tanta fama han dado a estos territorios. Otras rutas se sumergen en retorcidos valles hasta el cercado de cortijos deshabitados o la puerta de solitarias ermitas encaladas que provocan, cuatro o cinco veces al año, auténticas romerías pasionales. Y siempre, subiendo o bajando, desde las cunetas de los caminos hasta las aristas de las montañas, densos bosques de alcornoques de cuerpo despellejado y figura quebrada reflejan el espíritu vegetal de la sierra. El mejor lugar para tener una visión total de los relieves, colores y horizontes que configuran estos territorios andaluces, de sus bosques y de alguno de sus pueblos, es el mirador de las Peñas de Arias Montano, que además tiene una fuente de varios caños donde nadie se libra de la tentación de echar un trago, más que nada por eso de que el manantial que brota junto a un templo tiene algo especial. El mirador está junto a la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, sobre el pueblo de Alájar, encima de una curiosa formación rocosa que se puede visitar siguiendo el caminillo adecuado. La visión aérea de los montes y valles de la sierra de Aracena es tan amplia desde el balcón de la ermita, y las cosas se empequeñecen tanto hasta desaparecer en la distancia, que no hacen falta alas para sentirse pájaro.
(Juan José Alonso)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
domingo, 29 de enero de 2017
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