Cada 4 de agosto, Celedón «baja» a la capital para pasar en ella los días de fiesta. Ascenderá a los cielos el último, cuando todo acabe y Vitoria vueln de nuevo a la calma.
Son miles las personas que están presentes en la plaza de la Virgen Blanca a las seis de la tarde del día 4, para recibir a Celedón. Este aldeano, convertido en mensajero de los dioses bulliciosos desde el año 1957, marca el inicio de las ciento veintisiete horas mas esperadas del año. Así, tras el "chupinazo", acompañado del sonido de las campanas, Celedón desciende por un cable desde lo alto de la iglesia de San Miguel cruzando toda la plaza, con tu pantalón de mil rayas, pañuelo al cuello, blusa, txapela y un gran paraguas.
Luego todo es une explosión de jubilo y se abren cientos de botellas de champán, mientras que de las casas arrojan calderos de agua pare «refrescar» al numeroso gentío. Enseguida, ante la imagen de la Virgen Blanca hay ofrenda de flores y bailes, entre ellos el típico -aurresku-. Por la noche se celebra una emocionante procesión del Rosario o de Faroles, en la que a la luz de éstos se recorren las calles mientras se reza una popular Salve.
Al día siguiente se reza el madrugador Rosario de la Aurora y luego las cuadrillas de "blusas", lo llenan todo con el sonido de sus bombos. Y durante los días que duren las fiestas hay vaquillas emboladas, deportes rurales y el impresionante Gargantúa, por cuya enorme boca acaban entrando todos los niños, por supuesto con salida feliz.
Y luego están los gigantes, que representan a los antiguos aldeanos de Vitoria y a los reyes de la baraja, y los cabezudos, que son los más perseguidos por la chiquillería, los populares "ojo biriquí", "escachapobres", "calva seca" y "Celedón".
(Fiestas de España)
Son miles las personas que están presentes en la plaza de la Virgen Blanca a las seis de la tarde del día 4, para recibir a Celedón. Este aldeano, convertido en mensajero de los dioses bulliciosos desde el año 1957, marca el inicio de las ciento veintisiete horas mas esperadas del año. Así, tras el "chupinazo", acompañado del sonido de las campanas, Celedón desciende por un cable desde lo alto de la iglesia de San Miguel cruzando toda la plaza, con tu pantalón de mil rayas, pañuelo al cuello, blusa, txapela y un gran paraguas.
Luego todo es une explosión de jubilo y se abren cientos de botellas de champán, mientras que de las casas arrojan calderos de agua pare «refrescar» al numeroso gentío. Enseguida, ante la imagen de la Virgen Blanca hay ofrenda de flores y bailes, entre ellos el típico -aurresku-. Por la noche se celebra una emocionante procesión del Rosario o de Faroles, en la que a la luz de éstos se recorren las calles mientras se reza una popular Salve.
Al día siguiente se reza el madrugador Rosario de la Aurora y luego las cuadrillas de "blusas", lo llenan todo con el sonido de sus bombos. Y durante los días que duren las fiestas hay vaquillas emboladas, deportes rurales y el impresionante Gargantúa, por cuya enorme boca acaban entrando todos los niños, por supuesto con salida feliz.
Y luego están los gigantes, que representan a los antiguos aldeanos de Vitoria y a los reyes de la baraja, y los cabezudos, que son los más perseguidos por la chiquillería, los populares "ojo biriquí", "escachapobres", "calva seca" y "Celedón".
(Fiestas de España)
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