Una vez, en el Ateneo barcelonés —hace de ello mucho tiempo— un conferenciante se encontró con que sólo había una persona en la sala para escucharle; se dirigió al oyente y le dijo:
—Aunque sólo usted haya venido, a usted dedicaré mis palabras y procuraré ser breve.
—No importa —dijo el otro—, sea tan largo como quiera. Yo soy el cochero que le ha traído aquí y cobro por horas...
(Carlos Fisas)
—Aunque sólo usted haya venido, a usted dedicaré mis palabras y procuraré ser breve.
—No importa —dijo el otro—, sea tan largo como quiera. Yo soy el cochero que le ha traído aquí y cobro por horas...
(Carlos Fisas)
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