La suavidad de los relieves de las montañas de la sierra de la Demanda ha permitido que durante los últimos siglos haya sufrido una desvastadora tala de sus bosques. El hombre castellano encontró pocas dificultades geográficas para acceder a un macizo de montañas que con sus dóciles formas casi invitaban a conquistarlas. Montañas de un elevado interés geomorfológico para los científicos, ya que las pizarras y las cuarcitas que predominan en su composición se remontan al Paleozoico y están entre los materiales orogénicos más antiguos de la península Ibérica. En la actualidad, cuando la sociedad mira la naturaleza como un espacio de entretenimiento, los bosques más puros y auténticos de la Demanda, los oscuros hayedos que han aguantado el acoso Comercial de la industria maderera de los últimos tiempos colgados en empinadas laderas o encajonados en inaccesibles torrentes de montaña, son manchas de alegría y color que flotan en un oleaje gigantesco de montes verdes repoblados de pinos y abetos. Bosquetes de hayas y robles desperdigados por las vertiginosas laderas del valle del río Urbión ofrecen la divertida aventura de su encuentro, del contacto personal con su aislada presencia. El macizo montañoso de la sierra de la Demanda está plagado de pistas forestales que recorren los bosques de cabo a rabo, y prácticamente se puede acceder en vehículo todo terreno a casi todos los hayedos de sus valles. Para respetar la intimidad del bosque y no alterar la armonía particular de sus moradores, para sentir de manera natural sus elementos vitales, la mejor opción es dejar los vehículos cuando las ramas de la vegetación rozan la chapa del coche. Aparcar y caminar, siempre cuesta arriba, hasta el origen de los barrancos entre acebos, abedules y tejos. Alimentar el anhelo de emboscarse en la naturaleza paso a paso, jadeo a jadeo. Buscar hayedos en el valle de Santa Cruz parece como buscar un hongo mágico o un tesoro escondido, si ellos no quieren aparecer no aparecerán, pero un bosque es algo real y la realidad habita las zonas umbrías de las montañas y las cabeceras de los arroyos y barrancos que originan el valle del río Nervión en forma de haya, la gran viuda negra de la Demanda, la señora del bosque coqueta y seductora con la luz y la oscuridad, con el agua y el viento; y con el alma del viajero que siempre cae rendido ante sus encantos.
(Juan José Alonso)
(Juan José Alonso)
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