La venencia debe asirse por el vástago, situando la mano lo más cerca posible del gancho. Los venenciadores más habilidosos siempre cogen la venencia por el extremo mismo del vástago, lo que en el caso de las faenas bodegueras les permite llegar hasta el centro mismo de la bota y servirlo en el catavinos desde una altura mayor.
Debe asirse como si de un lápiz se tratara, entre los dedos pulgar, índice y corazón. No debe cogerse con excesiva rigidez, de manera que pueda oscilar libremente, si bien con la suficiente firmeza como para que no se deslice. La venencia debe introducirse en la bota lo más verticalmente posible, de forma que se produzca la mínima alteración en el vino y muy especialmente en el velo de flor que cubre las botas de fino y de manzanilla en la bodega. La recuperación, una vez que el cubilete está lleno, ha de hacerse igualmente de forma vertical. Una vez fuera de la bota y con el cubilete lleno, se hará oscilar la venencia hasta situarla horizontal al suelo. A media que el vino empiece a caer a chorro, éste se hará caer en el catavino, procurando que no salpique su contenido fuera del mismo. Habitualmente, los venenciadores van aumentando la distancia entre la copa y el cubilete de la venencia a medida que el vino va cayendo, bien levantando la venencia o bajando ligeramente la mano que sujeta el catavinos. No obstante, la dificultad de la faena es notablemente superior si desde el primer momento en que el vino empieza a salir del cubilete el catavinos se encuentra ya a cierta distancia.
Es necesario tener en cuenta que el vástago de la venencia es muy flexible y que por tanto, a medida que el cubilete se va vaciando, el peso soportado por ese extremo de la venencia va siendo menor, lo que hace que la misma se enderece ligeramente ella sola, aumentando su horizontalidad. El venenciador experto juega con este efecto para ir provocando un determinado ritmo de caída del vino.
El remate final del escanciado es singularmente complicado, pues es necesario evitar el goteo que normalmente se produce una vez que el cubilete va quedando vacío. Para ello, los venenciadores suelen realizar un "corte" o movimiento brusco de la venencia, que termina cortando el chorro en seco y evita por tanto el mencionado goteo.
El venenciador experto es capaz de sujetar varias copas en la mano y verter distintos tipos de vino en cada una de ellas, sin que se mezclen sus contenidos.
(Wikipedia)
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