El Arco de Cuchilleros es uno de los arcos de entrada o salida de la Plaza Mayor. Este por contrario de lo que muchos piensan, no da nombre a la calle en la que se encuentra, el nombre de esta calle es Calle de la Escalerilla de Piedra, y va desde la Plaza Mayor hasta la Calle Cuchilleros, que recibe su nombre pues en otro tiempo se aglutinaban en esta calle los artesanos del gremio de cuchilleros y espaderos de Madrid.
El nombre de la calle de la Escalerilla de Piedra viene dado de una antigua escalerilla que aún se conserva en nuestros días, la cual mantiene una pequeña verja de hierro que recibe el nombre del Pulpitillo. Tras esta Verja ya en 1774 existía una de las tabernas más famosas del Madrid de la época, de lo que tenemos constancia pues ha llegado a nuestros días la licencia que en esta fecha se otorgaba a "...Maria Montalvo para que pueda dispensar en el puesto de la mesilla de la Escalerilla de Piedra vinos generosos de dentro y fuera del reino, ya sea por medida o por botella".
Pero este Pulpitillo, por el que los turistas y habitantes, suelen pasar sin darle el más mínimo valor, ha sido protagonista de otros tres momentos de la historia de Madrid. En él se originó a las once de la noche del 16 de agosto de 1790 un incendio que aunque más de mil personas acudieron a intentar apagarlo, se llevó por delante casi un tercio de la plaza. En los Archivos del Palacio Real, se conservan las notas manuscritas de Francisco Sabatini informando a Carlos IV del avance de las labores de extinción, que duraron nueve días y supusieron a la corona más de medio millón de reales.
El segundo evento que ha fijado el "Pulpitillo" en nuestra historia, es posiblemente el que le dio nombre y ocurrió en los albores de la Guerra de Independencia contra el ejército Francés. Al parecer, al igual que ocurrió en otros puntos de la capital, un sencillo monje del convento de San Gil, de nombre Antonio y de apellido olvidado en el tiempo, se subió a esta verja y desde allí arengó al sentido patrio de los madrileños, para que éstos se sublevaran y levantaran en armas contra el ejército francés.
El tercero y último momento emparejado a este lugar, por lo menos que yo conozca, no ocurrió en realidad, pero está tan arraigado en nuestra cultura, que es digno de mención. Éste no es otro que el que nos cuenta, que en este lugar era donde Juan Cruz apodado "el Delfín", hijo único de una acomodada familia madrileña, se encontraba con su amada, una joven de origen humilde que respondía al nombre de Fortunata. Allí, ambos quedaban para dar rienda suelta a su fatídico amor, en la obra cumbre de Benito Pérez Galdós "Fortunata y Jacinta" una de las más importantes obras de nuestra literatura.
Bueno, pues nada más, no está mal para éste discreto rinconcito. Espero que la próxima vez que acudáis a la Plaza Mayor, le dediquéis unos minutos de vuestro paseo a este lúgubre rincón de nuestra historia.
(De Madrid a la Nube)
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