Llegó a esta localidad un forastero que hacía el Camino de Santiago, permaneciendo varios días en el pueblo, oyendo de los vecinos que se quejaban de no procesionar una cruz en sus fiestas, al no tenerlas.
Al preguntar el forastero que cuanto faltaba para las fiestas (14 de septiembre), le dijeron que un mes, a lo que respondió que en siete días les haría un crucificado, si le cedían un lugar, madera y comida cada día.
Un vecino le ofreció su casa, pero el peregrino eligió la iglesia donde se encerró, con la madera y por debajo de la puerta le ponían la comida cada día, sin poder entrar nadie, ni para hablarle.
Una vez transcurridos los siete días, al octavo de madrugada, un juberano fue a la iglesia para comprobar el trabajo y al entrar, ya que la puerta estaba abierta, se llevó una gran sorpresa.
Salió corriendo de la iglesia y llamó a toda la gente del pueblo, quienes al entrar en el templo, vieron en el centro de la iglesia una cruz y un Cristo crucificado, el peregrino ya no estaba, pero si estaban intactos los siete platos con la comida de los siete días.
También se le llama el Cristo Abarrancador, ya que como llueve tanto en estos parajes, que el agua arrastra la tierra y produce surcos en las calles con pequeños barranquillos, y cuando llueve por esta zona se suele decir: "Como siga así va a abarrancar todo".
(larioja.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario