Las sierras costeras del sur de Vigo presentan una configuración de media montaña muy humanizadas por el campesino gallego, que lleva practicando la ganadería extensiva desde tiempos remotos. Una de las más tradicionales maneras de cuidar animales domésticos se lleva a cabo en los vecinos montes de Mougás. En los pastos de altura, los gánanos, recios y nobles caballos también conocidos como ponis asturgalaicos, viven en estado de semilibertad, recorren los montes sin ataduras ni muros de piedra; ellos eligen los pastos y los lugares de parto, carecen de establo pero no de dueño, que una vez al año, precisamente después de los alumbramientos de primavera y mientras los potros permanecen junto a la madre, reúne a la manada para marcar a los nuevos miembros y vender alguna cabeza en la gran fiesta popular conocida mundialmente como A Rapa das Bestas, una mezcla de trabajo y diversión con reminiscencias muy arcaicas. Una vez pasada la fiesta y el correspondiente censo de los caballos y sus crías, los animales vuelven al monte para pasar otro año de rústica libertad.
El monte Aloia se encuentra en el extremo meridional de la sierra del Galiñeiro, asomando su corona de granitos sobre la enorme vaguada de la cuenca del bajo Miño, una línea azul plagada de ciudades, carreteras y zonas residenciales que viven al margen de estos aireados áticos de montaña. Sólo hay que hacer unos kilómetros para dejar el bullicio de las orillas del río y encontrar la energía pura que emana de las montañas y que tanto añoran los caballos gánanos para alimentar su espíritu libre. Sin duda, el gran encanto del monte, superior incluso al paisaje de los pinares de repoblación y las manchas de alcornoques, carballos y alerces, es la impresionante vista de esa cuenca fluvial abriéndose paso entre colinas y vaguadas, salpicando pueblos y pintando jardines. Con la vista se acompaña al río en su camino hacia la salinidad, cuando se convertirá en trozo de mar con el permiso de otro de los grandes montes gallegos, el de Santa Tecla, muy concurrido por los pueblos prehistóricos, que permanece inalterable sobre el estuario del Miño para no perderse el sencillo e invisible momento de transmutación.
El material geológico dominante en el monte Aloia es el granito, un tipo de granito duro y compacto muy vistoso por los enormes granos de feldespatos blancos que descomponen en reflejos plateados el color general de la roca. Y junto a la piedra habita el árbol, y el árbol del Aloia es el pino de repoblación, poco consistente por estar ligeramente desplazado de su habitat, que ha ocupado el territorio de antiguas sobreiras y carbalhadas, pero con suficiente presencia arbórea para intimidar al resto del paisaje creando parajes de auténtica emboscada, especialmente en los alrededores de la ermita de San Xián y en los barrancos más solitarios y las cabeceras de las vaguadas por compartir la masa forestal con otras especies más jugetonas con los colores y las formas.
(Juan José Alonso)
De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
Selección
miércoles, 12 de julio de 2017
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