En lo más profundo del Norte de Extremadura, en las Hurdes, se cuenta la leyenda de la Genti di Muerti. Históricamente esta comarca ha sido considerada uno de los parajes más remotos de la Península ibérica. Su fama de inaccesible, alimentada por el aislamiento y las duras condiciones de vida de sus habitantes en tiempos pasados, ha contribuido a que esta zona sea considerada un lugar lleno de misterios.
Noches lúgubres son en las que dos jinetes encapuchados aparecen cabalgando sendos caballos blancos. Son un hombre y una mujer ya ancianos, de aspecto fantasmal y manos huesudas que asoman, al sujetar las riendas, entre las largas capas con las que se cubren.
Se dirigen al encuentro de aquellos que van a fallecer de manera inminente para llevarse sus almas consigo al inframundo.
Si alguien se cruza en su camino y, asustado, osa preguntarles quiénes son, ellos se descubren mostrando un rostro vacío y responden: “Somos Genti di Muerti”, antes de desaparecer dejando tras de sí tan sólo el olor a humedad de los sepulcros.
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