El ejercicio físico de la caza y la dedicación a los asuntos de estado absorbían a su majestad y neutralizaban la posible inquietud sexual de aquel temperamento equilibrado.
“Fue ejemplo de castidad y continencia sin volver a conocer dama - consigna uno de sus más íntimos servidores - si bien dormía en lecho duro y a veces se agitaba inquieto en el sueño.” Afirmación que concuerda con el propio testimonio del rey, quien cierta vez confió al Prior de El Escorial: "Padre, yo no he conocido nunca mas mujer que la que Dios me dió y a ésta la ame y estimé como dada por El. Después que ella murió no he faltado a la castidad ,, aun en cosa leve con pleno conocimiento".. (Balansó).
(según Carlos Fisas)
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