Pequeño pueblo del Berguedá, a unos 140 km de Barcelona, que se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas de la comarca del Berguedá a pesar de que su acceso no sea nada fácil. El pueblo, con apenas 150 habitantes, se extiende junto a un acantilado (Els Balços) donde surgen una serie de manantiales que darán origen al rio Llobregat. A pesar de la gran afluencia turística y del aspecto modernizado de sus casas es uno de los pueblos más seductores de esta comarca barcelonesa.
Su carta de fundación se remonta a 1292 y en un principio se incluyó en la comarca de la Cerdanya para un siglo más tarde pasar a la del Berguedá. En el siglo XIV pasó a propiedad de Pere Galcerán II de Pinós.
Su mejor época sería durante el siglo XVIII y poco más tarde se crearía, a 2 km, la primera fábrica de cemento de Cataluña. A partir del XIX comenzaría un periodo de decadencia y abandono que a punto estuvo de acabar con el pueblo. Una campaña para su restauración le devolvería su encanto y su antiguo aspecto, de ahí que en algunos momentos parezca un pueblo completamente reconstruido.
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