sábado, 29 de febrero de 2020

EL MAL DE OJO

Se atribuye a las brujas la facultad de ocasionar males y perjuicios al prójimo, con el simple efecto de la mirada.
La bruja suele ser una vieja que por la noche chupa la sangre a las personas de poca edad, mientras duermen. A los niños y a los animales les hace mal de ojo o aojamiento.
La vaca atacada de mal de ojo, en vez de leche da sangre; y el niño alcanzado por la mirada de la bruja enferma rápidamente.
Para curar a los enfermos hay que buscar a la bruja y hacerla decir ante el niño, –"Dios te bendiga"–, y delante de la vaca: –"San Antonio te guarde"–.
Como no es fácil traer a la bruja se van con los niños a ver a una desaojadera para que les pase el agua por el alicornio, que así llamaban a un asta de ciervo que vendían antiguamente en las boticas, y que entendían proceder del fabuloso Unicornio.
La desaojadera echaba agua en el agujero interior del asta de ciervo y si salían burbujas es que el niño estaba aojado. Las burbujas son los ojos de la bruja, y se vertían luego sobre las baldosas calientes del llar, para que se quemaran.
Luego se echaba agua en un plato de madera, se mojaba en ella el alicornio y el niño bebía el agua para sanar.
En el concejo de Ibias, en Asturias, para curar el mal de ojo, una persona cualquiera se persigna al pie del llar, luego echaba en el fuego gallinaza, pimiento picante y hojas de laurel. Y cuando la mezcla estaba ardiendo, coge al niño y lo pasa por encima del fuego, a cierta altura; tres veces, trazando con el niño tres cruces en el aire.
Se cree que la propiedad de aojar está en uno de los ojos, nunca en los dos. El desaojamiento de las vacas solían practicarlo ahumándole el hocico con humo producido al quemar cuernos, excremento de cerdo y hierbas medicinales.
El desaojamiento de los niños, también lo practicaban ahumando los pantalones del padre con laurel y romero, y colocándoselos encima de la cuna del niño al revés.
A las vacas se las preservaba del aojamiento colgándoles cencerros que tuvieran grabada una cruz y atando al cuello, además, una bolsita con ajos, excremento de cerdo y ruda machacada. La bolsita tenía que ser de cuero de odre.
Si se empleaban pantalones de hombre para desaojar las vacas, había que quemarlos en el cruce de dos caminos.

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