La calle de Alfileritos debe su nombre a la hornacina que hay en uno de los rincones exteriores de la iglesia de San Nicolás, en el Casco histórico de Toledo, y que cobija a una imagen de la Virgen de los Dolores. En este pequeño santuario las jóvenes acostumbran a depositar un alfiler para que les salga novio. Así rememoran las toledanas una vieja tradición que tuvo como protagonista a doña Sol y al alférez don García de Ocaña.
Según cuenta la leyenda, enrolado don García en las campañas de ultramar, su enamorada acudía todas las tardes a esta hornacina para rogar por la suerte de su prometido. Era frecuente, sin embargo, que la joven cayera en poder del sueño, por lo que ordenó a su ama que la pinchase con un alfiler tan pronto como observara que el letargo la vencía.
El final feliz de esta historia -con el regreso sano y salvo del alférez, ya convertido en flamante capitán- incentivaría entre las toledanas la costumbre de depositar alfileres en la hornacina, que aún se mantiene vigente.
(ABC Viajar)
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