Seguro que a todos os suena de haberla visto en la tele cuando se corren los encierros de San Fermín. Durante el año también tiene vida propia aunque no exista el mismo bullicio que en la semana de fiestas.
Tiene dos partes bien diferenciadas; en la primera, desde la curva con la calle Mercaderes (donde habitualmente chocan los toros de forma espectacular) hay menos vida. Hay pequeño comercio local con mención especial para Pastas Beatriz, el Churrero de Lerín (ambos merecen un capítulo aparte) o la Cuchilleria Gómez. La segunda parte de la calle, desde la bajada de Javier y ya enfilando hacia la Plaza de Toros es más gastronómica.
Bares a los dos lados de la calle con barras atestadas de banderillas hacen las delicias de locales y visitantes. Si vais con niños, no hay problema. No existen aceras pero el fin de semana no tiene apenas tráfico y pueden jugar y corretear sin peligro alguno.(Turismo España)
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